Habían pasado cuatro largos días, en los que no había visto a Sebastian, pero si había hablado con él.
Había perdido su miedo, y había comenzado a llamarme al teléfono de mi casa. Por supuesto mi madre hablaba primero con él, le preguntaba que quería y luego me pasaba con él. Era la misma rutina cada vez que llamaba.
Mi mamá había me dado una falsa alarma; aún no estaba del todo feliz que Sebastian hay venido a la casa, pero le había gustado al menos que se presentara. Le dije que intentaríamos hacer las cosas bien, y le conté de la conversación del otro día.
–Me parece bien que lo intentes Sabina, pero aun me preocupa el hecho que por ahí sigue consumiendo, pero te este mintiendo.
–Mamá, –Le dije por enésima vez. –, Tu sabes que yo también consumía, y me puedo dar cuenta cuando alguien lo hace o lo dejo de hacer. El l dejo de hacer mamá. Las pocas veces que lo he visto, que lo escuche hablar… Es otra persona totalmente diferente, y me gusta este nuevo Sebastian. Me parece mejor para mí.
–Solo quiero cuidarte y darte lo mejor de mí. –Me dijo.
–Yo también mamá. Pero por favor, a partir de ahora quiero que me des tu palabra de que no vas a beber alcohol.
Me miro estupefacta, como si le hubiera dicho que la encontré haciendo cosas ilegales.
–Yo no he estado bebiendo…
–-Mamá, –La interrumpí. –Encontré la maldita botella de vodka vacía en tu habitación. Hasta hace 3 meses estaba llena y sin abrir. ¡Estaba vacía mamá!
–Yo… Lo lamento…
–Dame tu palabra, sino llamaré a papá y le diré que te meta en rehabilitación. Quieres las cosas mejores para mí, y no te estás dando cuenta que tú también eres una parte importante para mí y la estas cagando mamá. Y no me digas que papá no lo haría, porque lo quiere hacer desde que te conoció. Aunque tú le hayas pedido el divorcio porque te fue infiel, él quería que hicieras las cosas bien por ti misma. –Le dije mientras me paraba del sofá.
Luego de un par de minutos, me respondió.
–De acuerdo. Te doy mi palabra Sabina.
–¿Tu palabra de qué, exactamente?
–De que no beberé más alcohol.
–Antes que nada, quiero que saques las botellas del minibar. Sólo así podré creerte.
Me miro, como esperando misericordia de mi parte. Pero no podía, debía ser fuerte, sino, nos arrastraría a ambas a lo profundo y más oscuro de nuestro ser, y no podía permitirlo.
Se paro, fue a la cocina, tomo una bolsa grande y comenzó a meter todas las botellas del minibar.
Fui a su lado y la ayude. En total juntamos 4 bolsas grandes con botellas de vodka, whiskey, vino y licores finos.
Con un poco de mi ayuda, cargó las botellas hasta el cesto de la basura que estaba afuera.
Se despidió de sus malditos demonios, sin derramar una lágrima.
Me sentí orgullosa de ella, porque por primera vez, ella estaba haciendo algo bien por sí misma.
Se despidió de sus demonios, así como yo lo había hecho hace más de un año.
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Dos años, un mes y 6 días.
Novela JuvenilHabía despertado con lágrimas en los ojos, los oídos me pitaban de forma molesta y mi cabeza me dolía. Había pasado una muy buena noche en compañía de mis amigos, pero algo tuvo que destruir esa noche: mi ex. Con su estúpidas palabras caí de nuevo...