035. Lo que será, será

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Ocho se sentó de nuevo y suspiró pesadamente, Cinco llegó a su lado y pasó su brazo por los hombros de ella. Eso la hizo sonreír sin mostrar los dientes, muy lentamente él la pegaba más a él y ella poso tímidamente su cabeza en su hombro. Sus hermanos no chistaban nada lo cual Ocho agradeció internamente. La pelirroja pensaba alguna solución rápida a sus problemas, pero nada se le ocurría, parecía que alguien hubiese tomado una goma de borrar he hiciera desaparecer sus ideas con facilidad. Se había perdido en los pensamientos que no le servían para nada.

Cuando Cinco se levantó lentamente de su asiento, fue cuando ella volvió a la realidad. Él se dirigió a la máquina donde se encontraban las bolas de boliche y sacó un mensaje de la Comisión. Su rostro y su olor eran claros como el agua, se sentía confundido y de cierta forma alarmado. El ojiverde sacó de su bolsillo un dulce que detrás de su envoltura era realmente un rastreador. Ocho se quedó sentada, pensó que lo mejor era dejarlo pensar. 

Pronto Cinco levantó la cabeza y la miró directamente a los ojos, ella parpadeo repetidas veces y luego sonrió levemente con una expresión confusa. Siempre que se sentía vigilada o intimidada ella hacía eso. Por lo cual él sonrió, seguidamente movió su cabeza haciéndole entender que debían irse. Ella se acercó a él, lo tomo de la mano y él la teletransportó rápidamente a el hotel codorniz para que la pelirroja no tuviera oportunidad de preguntar algo.

Al llegar al lugar Ocho era consumida por la curiosidad, quería preguntar a Cinco en donde estaban y el por qué estaban allí. Pero otra voz la hizo cerrar la boca de inmediato.

—Cinco, te he estado esperando. No pensé que vinieras con la pelirroja. —dijo aquella voz, femenina. Ocho abrió levemente los ojos mirando el suelo, se cuestionó a su vez si había escuchado esa voz antes, pero su mente no podía concentrarse. Cinco tomó su mano con más fuerza y entraron a la habitación 12.

Cerraron la puerta tras de sí y Ocho reconoció a la mujer que los atendió en la tienda de donas, estaba atada a una silla y a su lado estaba una tina hirviendo. La pelirroja sintió su miedo y terror, le pasó un escalofrío por la espalda. Ocho también vio a aquella mujer que estaba en la carretera el día que se caracterizó por un cigarro y un camión de helados. Estaba sentada en la cama de la habitación con las piernas cruzadas hacia un lado y una mirada juguetona que no le gustó nada a la pelirroja.

—Ha pasado tiempo. —mencionó ella.

—Tres días. —respondió el ojiverde.

—Para ti, quizás. Pero para mí, ha pasado mucho más desde que vi esos adorables shorts. —replicó, su mirada era pícara, coqueta. Ocho levantó el mentón y sus ojos se oscurecieron cuando la miro a la Encargada.

A su vez su mano libre se convirtió en un puño y notó como aquella mujer miraba los shorts del ojiverde sin pena encima. La pelirroja frunció los labios, respiró hondo y esperó a que Cinco le respondiera.

—Tuviste tiempo para sanar. —fue lo único que él respondió. La mujer le levantó de la cama y caminó hacia ellos lentamente y con elegancia.

—Por suerte para ambos, el tiempo es una de las cosas que abunda en mi organización. —Ocho rodó levemente los ojos. 

De alguna forma se sentía impotente pues su rostro estaba golpeado, su ropa estaba sucia, su cuerpo arañado, su cabello algo despeinado, sus labios secos; en cambio ella estaba bien vestida, sin rasguño alguno. Se sentía menos, ¿por qué se sentía de esa forma? Quiso golpearse a sí misma por pensar en eso.

—Recibí tu mensaje, por cierto. Buen paquete, pero olvidaste el protocolo de la Comisión. —dijo Cinco. Quién soltó la mano de Ocho, posiblemente porque ella había empezado a sudar excesivamente. La mujer tomó un pequeño bocadillo de la mesa que se encontraba en la habitación y lo miró.

—Hubo... muchos cambios desde que dejaste la Comisión —respondió ella mientras se acercaba más a él con su típica sonrisa—. Sí que hiciste daño.

Se comió su bocadillo y miro de reojo a Ocho, quién ya parecía haberse calmado.

—Los maletines fueron destruidos —dijo y acarició el rostro de Cinco por un microsegundo, pues sintió la fulminante mirada de la pelirroja. La Encargada sabía que meterse con la número 8 no le convenía a esos momentos de su historia. 

Ocho no lo sabía pero en la Comisión siempre existió el clásico rumor de que Ocho odiaba que tocaran lo que le pertenecía, no era mentira pero nadie la había enfrentado, al menos no hasta ese momento. Después de todo, la Encargada estaba más que enterada del incidente con Dolores después de que Cinco la abandonara. La Comisión sabía muy en el fondo que Ocho no era lo que se veía en su exterior, era mas retorcida en su interior, más maniaca.

—Sin mencionar el personal altamente entrenado que mataste. —la mujer se cruzó de brazos y continuo— Después de todo,  ¿qué es una institución si no...?

—¿Qué quieres? —le cortó la pelirroja.

—Ser feliz —respondió mirándola—. Tener una simple... vida sin restricciones, hacer el trabajo que mis superiores requieran. Pero, el que estés aquí, bueno, complica todo eso.

Se sentó en el sillón y Cinco se dio la vuelta para verla frente a frente, Ocho no se movió, vio a la mujer de las donas que parecía estar igual de perdida que ella.

—Millones de personas están a punto de morir esta noche. Tu puedes cambiar eso. —recalcó el ojiverde.

—Esta noche, mañana es muy poca la diferencia en el plano general. ¿No recuerdas la razón de ser de la Comisión? —respondió la encargada, Cinco desvió la mirada— Que sea lo que deba ser o, como me gusta decirlo: lo que será, será.

—Son mentiras en cualquier idioma. —replicó Ocho con tono algo amenazante, no miró a nadie y permaneció inmóvil— ¿Por qué lo llamaste?

—Quiero darte una opción. Todos morirán esta noche pero a diferencia del resto del mundo,  tu tienes una salida. Bueno, si tu chica también la quiere... también tendrá una salida.

Ocho la miró con el ceño levemente fruncido.

—Puedes abandonar a tu familia y saltarte el apocalipsis, dar un paseo por unas cuántas décadas, preguntándote si volveré a ofrecerte un trabajo nuevo o puedes quedarte aquí, con tu familia y sufrir una muerte horrible —continuo y rio, para luego abrir una botella de vino y servirse una copa—. Mientras evalúas tus opciones debes saber que tus hermanos luchan por sus vidas, bueno... sin ustedes.

—Me trajiste aquí para alejarme —afirmó Cinco, miró a Ocho quién estaba notablemente molesta.

—Ha sido un placer haberte conocido Cinco, también haberte conocido a ti, Ocho. Eres...

Ocho no dejó que terminara la frase y tomo la mano de Cinco, se teletransportaron rápidamente. Mientras que el concierto de Vanya daba inicio al acto apocalíptico. 

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olabuenasnoches.

aaaaacapítulo, estoy japi weon.

espero que hayan disfrutado del capítulo, ya esto se está acabando claramente pero quiero decir que estoy orgullosa de estar acabando esto asjhsag. recuerdo cuando la empecé, estaba super sola y triste pero escribir esto siempre me hizo sentir mejor. si no fuera por esta historia no hubiera conocido a mi ibf, o sea la emoción, la emoción.

iré escribiendo ya el final y todo para que si le dicen a mi mamá que perdí el año, ustedes no se queden sin el final ahr. ya está acabando mi ciclo escolar o sea que cualquier cosa puede pasar. si hay errores no duden en decirme:(.

gracias al apoyo de esta historia en serio, imcrying.

son lo mejor de lo mejor ahqsi.

—mani.

love hurts | five hargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora