Capítulo 3: Bésame

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Entramos en su casa, subimos a su habitación y me dijo:

-Disculpa mi actitud de antes, no quería ser tan agresivo, es que a veces soy incapaz de contenerme. Odio que un chico intenté pegar a una chica.

-Muchas gracias, él parecía molesto al verme bailar contigo, me insultó, le pegué y por eso me levantó la mano.

-Ese chico no te merece.

Pablo cada vez se acercaba más a mí, hasta que, sin darme cuenta, dije lo que estaba pensando:

-Bésame.

Al escuchar mis palabras de quedó callado y me besó.

No fue un beso normal, realmente creo que me excité, pero no por el beso en sí, sino porque Pablo me tumbó en su cama poco a poco.

Cada vez besaba a un ritmo más rápido, notaba sus labios rozando los mios y su lengua buscando a la mia.

Sonaron fuertes golpes y se escuchó:

-¡Pablo! ¡Ábreme! Necesito un preservativo.

Esa voz me resultó conocida y efectivamente, pareció ser Javier, el amigo de Pablo.

Pablo me disculpó y abrió la puerta, sacó de su mesita de noche un condón y se lo dió a Javier, quién se lo agradeció bastante.

-Creo que voy a pensarme si dormirás en mi cama esta noche o no -me dijo.

-¿Dónde dormiré entonces?

-Me atraes demasiado, no sé si será buena idea, mis pantalones me aprietan demasiado cuando estoy contigo.

-Pues quítatelos, por cierto, dame un pijama, quiero dormir, estoy cansada.

Sacó una camiseta de mangas cortas de su armario y me la dejó para que me cambiase.

Esa camiseta dejaba al descubierto mi culo, pero bueno, no importaba mucho ya que iba a estar tapada por las sábanas.

Salí del baño, que fue donde entré para cambiarme y me metí en la cama. Unos instantes después, Pablo apareció en calzoncillos y, sinceramente, me quedé impresionada, ya que tras esos calzoncillos, podía notarse un bulto bastante grande.

Me quedé mirando y reí.

-¿De qué te ries? -dijo intentando enfadarse, pero sin conseguirlo.

Cuando iba a responderle escuché algo así como:

-¡Javi! ¡Vamos Javi! ¡Ohhh!

Pablo me miró y dijo:

-Parece ser que Javi ha ligado esta noche.

-Y creo que con María, mi amiga -dije yo, comenzando a reír.

Justo en este momento me llegó un mensaje que decía:
Lo siento, estaba borracho, no pretendía lastimarte, perdóname...

Sí, de nuevo era Marcos. Parece ser que no le quedó bastante claro que cada uno puede hacer con su vida lo que quiera.

Cada vez estaba siendo más pesado.

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