Extra 1. San Valentín.

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Nagisa estaba algo atolondrada, las cartas y los peluches en su escritorio ya eran demasiado, pero que lo hicieran públicamente era algo muy distinto.

Era linda (no le daba pena admitirlo), pero no era hermosa, tampoco era como una modelo de pasarela-. Pero había un montón de chicos que caminaban tras de ella con bocas abiertas y ojos brillantes, cartas y flores o peluches en sus manos tratando de tener una oportunidad con ella.

Y él sólo podía limitarse a suspirar cuando nadie le veía, sonreír en público y negar con amabilidad fingida.

Jamás pensó que el día de San Valentín resultaría ser tan... agobiante.

Cuando era niña apenas unos chicos se atrevían a jalarle las coletas o incluso a darle un chocolate (algunos masticados) e irse corriendo con el miedo a flor de piel porque el Akabane los miraba como si no les quedase más vida que dar.

En esos momentos tampoco era muy diferente.

Sólo que las chicas pasaban de largo su presencia y también le daban chocolates caseros a Karma, como si Nagisa no estuviese allí o simplemente no les importase. Lanzadas.

Y a Nagisa sí que le importaba.

Bien, no eran pareja.

Pero tampoco eran ajenos el uno del otro (¿Karma pensaría en ella de forma romántica?).

Nagisa estaba molesto por tener que esperar a que el chico se desocupase con las damas y tener que lidiar con los chicos que le profesaban amor eterno (que su eternidad no duraba ni para dos meses).

Suspiró hastiado mientras caminaba alejándose de la algarabía de chicas, chicos, parejas y colores rojos chillantes del colegio por el día del amor, y la amistad.

Bajo la mirada ligeramente cabizbajo, él también había hecho chocolate casero, para Karma y para Hiroto (había comprado a parte para Akari, Yuuma y Terasaka).

Pero simplemente no se atrevía a dárselo a Karma, y no encontraba por ningún lado a Hiroto.

Subió a la azotea con una pequeña caja blanca con adornos rojizos, la llevaba en sus manos desde que había comenzado a buscar a Hiroto (básicamente desde que pudo escapar de aquellos chicos).

Y mientras se rumoreaba como Nagisa le daría chocolates a Karma, éste estaba sumamente furioso (ya no estaba intentando rechazar educadamente a las féminas, simplemente trataba de ignorarlas caminando lo más lejos que podía llegar mientras buscaba a Nagisa), ¿dónde estaban sus chocolates?

Nagisa le había dado chocolates desde que eran niños, pero ese año en particular no aparecía por ninguna parte desde que se separaron en los pasillos por aquellas chicas que sólo corrían tras de él por su apariencia y posición.

Le hastiaba ser consciente de eso.

Y cuando estaba frunciendo el ceño más de lo que debería, haciendo así que las chicas tras de él se detuviesen aterradas, una débil figura tambaleante se presentó ante él.

Se puso en medio del pasillo, cortando el camino del Akabane, haciendo que varios estudiantes ahogasen, disimuladamente, exclamaciones de impresión y asombro. Como si la chica tuviese ganas de morir.

Temblaba, su cabello era ridículamente infantil y estaba más pálida que sonrojada, casi no parecía que le estaba dando un corazón de chocolate.

Y las chicas detrás de Karma la observaron con una extraña mezcla de sentimientos (entre superioridad, repulsión y respeto por intentar algo de lo que no podría ser capaz de obtener, pero que aun así lo hacía).

Viaje a través de ti.Where stories live. Discover now