Capítulo 28

2 0 0
                                    

Su hermana era brillante, un haz de luz suave y cálido entre el mundo gélido y falso. Era lo único que la mantuvo con esperanza cuando sus padres murieron.

Y ella estaba llena de amor por su hermana, la idolatraba.

En sus recuerdos, Aguri siempre sonreía cuando la veía, y al abrazarla se le extendía en la piel la calidez de cariño familiar.

Un cariño que no volvió a sentir, ni siquiera con su tía Kayano (1).

Recuerda perfectamente los sucesos, pese a que era demasiado pequeña y no estaba realmente consciente de la situación que pasaba delante de ella.

Comenzó con el compromiso de Yukimura Aguri con un doctor, y no fue extraño, ella había estudiado medicina; su madre había sido enfermera y su padre un profesor de química (había estudiado para químico fármaco-biólogo pero siempre amó a los niños), el amor a la química, las ciencias, la medicina... estaba en la familia, y seguiría estando gracias a su prometido.

En realidad fue Akari la única a la que no le intereso demasiado la ciencia y la belleza de saberse de memoria a la tabla periódica. En cambio encontró un bello arte en las emociones transmitidas por televisión.

Personas reales que parecían ser parte de un paisaje onírico precioso en el cual sólo importa su papel, su expresión y lo que quiere dar a entender con cada ademán, sonrisa y lágrima.

Ella amaba la emoción de sentirse en un escenario, pese a que nunca antes hubiese estado en uno.

Para una niña de cuatro años rogándole a su hermana inscribirle a las academias de modelaje y artes escénicas era hasta insulso y estúpido. Pero Aguri entendió aquella pasión y la motivo a seguir adelante como una vía de escape al dolor de la pérdida de sus padres.

La inscribió en una academia de niñas para modelaje.

La muerte de sus padres no resulto un peso tan grande para Akari, no tanto como Aguri; ella era feliz teniendo a su hermana, y sabía que sus padres la amaban, entonces no tenía por qué sentirse triste o desolada.

No tenía razón para sentirse así cuando sus estudios para con la carrera de actuación, los propios estudios del curso escolar y los respectivos trabajos de ellos consumían su vida y tiempo. No tenía nada para ponerse a pensar en ello. Y cuando había brechas entre esos horarios, su hermana siempre estuvo como un analgésico perfecto para acallar su mente y seguir sintiendo la calidez excepcional del amor familiar.

Sin embargo, la felicidad de su hermana no la entendía muy bien.

Para una niña pequeña suena hasta extraño pensar en la felicidad de los demás, pero en sus pensamientos, en sus recuerdos, siempre se preocupó por su hermana.

Aguri era doctora, trabajaba para una empresa de farmacéutica junto a su prometido, pero también deseaba ser profesora, justo como su padre.

El que su hermana estuviese tan agitada por cumplir expectativas autoimpuestas, destrozándose poco a poco, le agobiaba. No era extraño escucharla sollozar a través de las paredes cuando era hora de dormir.

Y pese a que estaba comprometida con un doctor prometedor en la carrera, ella en realidad no se veía tan feliz como las prometidas lo hacen. Como las películas muestran que debe sentirse una chica que está a punto de casarse.

Y tampoco estaba perdida en los preparativos de la boda, sino en sus tesis y trabajos para conseguir plaza en alguna escuela secundaria.

Akari jamás le vio tener una imagen vivaz y extraordinariamente feliz como en el año anterior a su muerte, cuando todo comenzaba a verse mejor.

Viaje a través de ti.Where stories live. Discover now