Sin Miedo (O'Conner #1/Gay)

03.

Jaylan Sellers

—¿Qué caso tiene criticar el género musical de alguien más? Porque si lo piensas bien, a nadie le importa qué música te gusta o no, y es muy fastidioso cuando alguien cree saber cómo eres solo por tus gustos musicales ¡Las personas están llenas de prejuicios y soberbia!— me expresé con sinceridad.

Zahir me había estado escuchando toda la tarde, nuestra cita no fue nada lo que esperaba, pensé que sería de los típicos chicos que te llevaban a lugares caros para conquistarte, pero no, el simplemente dió una vuelta a la ciudad conmigo.

Vuelta en la que nos paramos una sola vez a comprar algo de beber y algo pequeño para quitar el hambre, pero de ahí en fuera, solo caminamos.

Y en todo este tiempo, yo solo le hablaba de las cosas por las cuales aborrezco al mundo.

Nada me paraba la boca al quejarme, desde que inicié, ya no pude detener mis quejas, sentía que debía liberarme.

—Supongo que es porque los demás no comparten sus gustos— comentó él.

—Sí, pero, ¿Quién les dijo que tenían el derecho y la autoridad de poder juzgar las preferencias de otros?— volví a hablar —dudo mucho que si fuera alguien más quién los crítica, les parezca bien.

Negué varias veces, en verdad aborrecía eso.

—De verdad es de gente de poca clase creer que porque juzgas un género musical ya eres especial o diferente, eso es ridículo— seguí —es decir, me gusta el k-pop, bien, eso ya lo sabes, es buena música a mi parecer, y aunque no lo fuera, a mí simplemente me gusta, la duda es, ¿por qué alguien creería que por juzgarlo va a ser mejor que yo?, lo único que provocan es que afirme mi teoría de que él cerebro humano aún no completa su evolución.

—Y que las personas necesitan aprender más a respetar la vida de otros— añadió pacífico.

—¡Exacto, carajo, exacto! ¡A veces me agradas, O'Conner! ¡Las personas siempre juzgan todo menos su propia vida!

Asintió comprendiendo. —Comparto tu misma idea, Jay.

—Lo dices como si en verdad estuvieras escuchando— reproché tomando del vaso de jugo de uva.

—Pero estoy escuchando— rió —también pienso que cada persona podría preocuparse más por sus problemas que por la vida de alguien más.

Fue divertido ver a Zahir comprar un vaso grande y luego dos cajas de jugo de uva para poder llenarlo. Y a decir verdad, lo agradecía, no quería aceptarlo al inicio, pero era imposible que no quisiera jugo de uva.

—Ash.

—Te he estado escuchando desde que salimos— aclaró —ahora sé que no te gusta leer libros de universidad, la política, el amarillismo, las personas que caminan lento, las personas que caminan rápido, que te suban el tono de voz, que te hablen muy bajito, que rían, que estén serios, y ahora, los prejuicios de la música.

—¿Y por qué pareces tan feliz?— pregunté curioso, ya que a pesar de todo lo que le dije, no parecía afectarle.

—Porque entre tu interminable lista de cosas que no te gustan, no estoy yo— dijo feliz —al menos no te desagrado, eso es un avance.

—Oh, no, tú me desagradas y mucho— añadí —siempre estás sonriendo por ahí y por allá, conquistando corazones y siendo relativamente perfecto.

—Pero yo no quiero conquistar a los demás— se quejo ahora él —no sé hasta cuándo te va a quedar claro que me gustas tú.

Cada vez que mencionaba eso, yo balbuceaba, no sabía qué decirle, ahora mismo estaba más confundido que desde que empecé a caminar con él.