Sin Miedo (O'Conner #1/Gay)

05.

Zahir O'Conner

Todo mi cuerpo estaba lleno de sorpresa, con mil dudas, pero una sola cosa tenía segura, y era lo afortunado que me sentía de experimentar una de las cosas que siempre quise con Jaylan, que era besarlo, o al menos abrazarlo.

En este caso, estaba más agradecido porque fue él quién lo inició, y por más que quisiera llevarlo a más, no me atrevería a aprovecharme de su estado.

Aún así, no evité corresponder el beso del chico que tanto me tenía enamorado desde que éramos niños.

Apenas escuchaba el ruido de la fiesta del otro lado, yo quería que este momento fuera de Jaylan y mío, aunque después vuelva a querer irse.

Esto me daba una gran esperanza.

Los labios de Jay eran demasiado suaves, y sabían a la bebida que seguramente lo puso así, era un sabor muy dulce a fresa.

Justo cuando nos separamos, parece que todas sus energías y fuerzas decayeron, por lo que empezó a querer dormirse.

—¿Quieres que te lleven a casa?— pregunté sosteniendolo.

Negó cerrando sus ojos, dejándose caer en mi pecho —Llévame tú, no finjas que ahora no quieres estar conmigo.

Sonreí casi con nervios, solo él podía hacerme sentir tantas cosas a la vez.

Era muy lindo ver cómo ese chico que todos los días está a la defensiva, ahora está profundamente rendido.

Su cara siempre ha sido arte para mí, no había cosa de Jaylan que no me gustara, todo de él era perfecto para mí, incluso sus maneras de contestar.

—No puedo llevarte si alguien más fue por ti, tu madre se preocuparía ¿Quién te trajo?

—Payne— dijo ahora en queja —buenas noches.

Pasé su brazo por mi cuello para llevarlo a buscar a los gemelos, era un beneficio que tuviera que conocer a varias personas de la universidad, e identificaba bien a los gemelos Payne.

Lo lleve hasta el interior de la fiesta, dónde pregunté por la ubicación de Glenn y Yered.

—Yered— lo llamé al ver el singular corte de cabello del castaño.

—Oh, ahí está, lo estuve buscando por todos lados— comentó el chico aliviado —pensé que tendría que decirle a su mamá que ya no necesita darlo en adopción.

—¿Puedes llevarlo a casa? No es bueno que siga aquí.

Asintió seguro. —Me haré cargo.

Lo acompañé hasta la salida de la fiesta, donde yo mismo puse a Jay recostado en el asiento trasero, y procuré que no fuera incómodo.

—Ojalá sea bien recibido en su casa— soltó el de ojos blancos —¿Dónde lo encontraste?

—En el baño— respondí tranquilo —lo llevé al jardín para que tomara aire.

—Pues, tomó de más— finalizó y subió a su auto —si ves a Glenn dile que volveré más tarde, te avisaré cuando Jaylan esté en casa.

Cerré la puerta trasera en acuerdo, y rápidamente fue que el auto gris arrancó hacia casa de Jay.

Espero que mañana recuerde lo que hizo hoy, porque a mí no se me podría borrar de la mente esto jamás.

Regresé con las demás personas de la fiesta, y ahora me sentía más alegre que desde hace una semana.

Mentiría diciendo que ese momento en el que Jaylan aseguró no querer verme, no me afectó. Pero la realidad era que, había experimentado por primera vez lo que era sentirse mal por alguien.