Capítulo siente: Obscuridad que ilumina el pensamiento

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   Sentí algo extraño, fue solo un segundo.
Estaba sentada en mi cama, tenía una sensación extraña y muy díficil de explicar. De repente hubo olor y sabor metálico en mi boca, fue solo un segundo, luego solo Obscuridad.

  Aquí estoy ahora, es un lugar frío, estoy acostada y cubierta por una cobija delgada. Mi cuerpo duele en su totalidad, mi cara se siente hinchada. Aún no me atrevo a abrir los ojos pero tengo curiosidad. Muevo ligeramente mi cabeza y entonces noto que el dolor es más intenso de lo que había notado antes, no puedo evitar quejarme.
Mis amigas están ahí, las escucho hablar aunque no puedo concentrarme totalmente en sus voces. Tomo aire y me decido a mirar.
  Es increíble lo mucho que los pequeños párpados pueden llegar a pesar. Y aquí están ellas; con la cara tan hinchada como siento la mía propia. Eso me hace pensar que debo lucir terrible.  Y hablando de terrible...

Kei: ¿Que pasó? - Lo sé, la pregunta mas forzada del planeta, digna de una película. Pero de verdad, no tengo idea de que fue lo que pasó...-

Abi: Convulsiones, como un ataque epiléptico. Estás aquí desde anoche.

Kei: ¿Qué hora es?

Abi: Las 2

Kei: Es muy tarde, la caminata...

Sofi: No le de mente a eso, no fuimos y ya. Podemos ir después, pero primero tiene que recuperarse, sino no se puede. Duerma otro rato, esos medicamentos dan sueño, aproveche y descanse esta semana no tiene que ir a trabajar, ya hablamos con su jefa para que supiera la situación, no se preocupe.

Que extraño todo. Físicamente estoy hecha un desastre, pero siento algo raro, tengo la sensación de que algo está bien.

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  En la tarde me dieron el alta y pude salir del hospital. Era ya de noche cuando llegamos a la casa, me dolía todo pero me sentía mejor al estar en mi propia cama, definitivamente mi cobija era más caliente.
Realmente me sentí mal por no poder hacer las cosas como las tenía planeadas, pero había notado que algo había cambiado en mis amigas. Es extraño, pero tenía la impresión de que las dos estaban por fin entendiendo mi punto, al querer hacer vivir de esta manera mis últimos días. Si tengo razón, tal vez pueda conseguir mi objetivo. Yo no soy la única que tiene que aprender a vivir, pero soy la que parece tener menos tiempo para hacerlo...

No se Dice AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora