十一. Capítulo Once

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Entrando a la casa de la alfa Jennie se escondió un poco detrás de ella al ver a los padres de Lisa sentados en la sala cada quien haciendo sus respectivas cosas.

Saludo con una ligera inclinación y un poco de nervios que se reflejaron en su cuerpo algo tembloroso, la pareja solo le sonrió en respuesta.

— Vamos a subir a estudiar —aviso la alfa llevando a Jennie frente a ella directo a su habitación—

Había quedado de explicarle algunas fórmulas de las clases de álgebra que no entendía.

Abrió la puerta de su habitación una vez estuvieron frente a ella  e invitó a la omega a pasar con la mirada.

— Puedes poner tus cosas ahí —señaló la silla que estaba cerca del escritorio donde hacía tareas—

Con algo más de calma al sentirse rodeada del aroma de la alfa, Jennie asintió dirigiéndose ahí para dejar su mochila y suspirar una vez el peso fue liberado de sus hombros.

— Aquí de nuevo —habló la omega tratando de relajar sus hombros haciendo movimientos circulares sentándose en la cama que seguía igual de suave— Como quisiera tener tu cama —dijo rodando a través de ella hasta quedar abrazando una almohada—

— Te vas a quedar dormida —dijo la alfa quitándose la sudadera y comenzando a desabotonar la camisa que traía, sacando unos pantalones de chandal se los coloco antes de bajar su falta, debajo de la camisa del uniforme traía otra más delgada y de tirantes— levántate y ven, vamos a hacer tarea —

Quejándose de lo mandona que era la alfa aveces, Jennie se levantó para ponerse a estudiar como lo había dicho.



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— Otro —pidió la omega cerrando los ojos—

Ya habían terminado de estudiar y ahora las libretas estaban regadas en una esquina mientras ella estaban abrazadas en la cama.

La alfa soltó una risita al observar lo adorable que era la omega pidiendo otro beso.

Sonrió dejando un beso en la mejilla de la omega.

— ¿Qué? —se quejo esta— Yo quería un beso en los labios —volvió a hablar subiéndose en su regazo—

Sonrojandose ante su atrevimiento la alfa se acercó dejando un beso en los labios ajenos.

Tenía a la omega en su regazo mientras compartían algunos besos encerradas en su habitación, Lisa se sentía libre con sus feromonas alrededor cubriendo completamente a la omega y sin la necesidad de tomar supresores.

Dejó en beso en los labios de Jennie sintiendo a la omega pasar sus brazos por detrás de su cuello haciendo el contacto más íntimo y afianzando el contacto.

Sus labios comenzaron a moverse con algo de inexperiencia los unos con los otros hasta que se separaron debido a la falta de aire.

— Otra vez —dijo la omega mesiendose ligeramente sobre su regazo para tener más cercanía—

Jadeando un poco debido a la presión que ejerció contra su entrepierna la alfa se sonrojo volviendo a tomar los labios ajenos con un poco de brusquedad.

Sus labios se volvieron a encontrar esta vez por un tiempo más prolongando sintiendo la suavidad ajena con más dedicación.

Jennie comenzó a jugar con los cabellos de la alfa sintiendo como el calor poco a poco se apoderaba de su cuerpo.

— Hace calor —se quejo gimoteando y desabrochando los primeros votones de su camisa del uniforme— abre la ventana —

— No quiero —dijo la alfa mirando fijamente el punto en que los botones comenzaban a abrirse—

Sacudió su cabeza tratando de volver en sí, percantandose de que era la omega que entraba en celo apenas.

— Espera —dijo levantándose cuando sintió a la omega pegarse más a ella—

Acariciando lentamente el cabello de la omega que cerraba los ojos ante su tacto la tomó de las muñecas tirándole a la cama y envolviendo su cuerpo con una sabana como si fuera un gusano.

— No te muevas cariño —canturreo Lisa saliendo lentamente de la habitación y atrancando la puerta por fuera—

Camino escaleras abajo importando le poco su uniforme desarreglado y pasó frente a sus padres quienes la vieron atentamente.

— No olvides usar condón —grito su mamá antes de que entrara a la cocina—

— Papá —llamó desde la cocina buscando un té para calmar a la omega en su habitación, luego la llevaría a su casa o llamaría a su madre— ¿Dónde está el té relajante del que hablas maravillas? —

— Esta aquí arriba —dijo el hombre apareciendo tras ella, la alfa, sin sobresaltarse se estiró alcanzando un sobre de la cajita poniendo a calentar agua— ¿Se lo darás? Tu mamá ya estaba preparándose para salir —se burló observando a su esposa quien alzó la ceja al verse delatada—

— Claro que le daré un té ¿por quien me tomas? —se quejo esperando el agua escuchando el golpeteo en la parte de arriba— no puede ser —bufo poniéndose las manos en la cara— ¿por qué se ven tan tranquilos? —preguntó destapando su cara la cual estaba completamente roja—

— Yo estoy nervioso —dijo el hombre— tu mamá es la rara, ya sabes, siempre lo ha sido —

— ¡Oye! —

— Mejor llamaré a los padres de tu novia —volvío a hablar interrumpiendo los reclamos de su esposa— ¿Tienes su número? —preguntó—

— Esta en el teléfono de Jennie —dijo la alfa escuchando el agua hervir—

Sirviendo un poco en una taza y poniendo la bolsita de té en esta, se encaminó escaleras arriba con el té en manos y su padre tras ella.

— Aléjate un poco —aviso antes de destrabar la puerta encontrando a la omega en el piso y luchando contra la sabana— Deja vu —

Caminando al interior dejó el te en la mesita se noche donde tenía una lámpara y busco el teléfono de Jennie en su mochila.

Encontrando lo que buscaba en una de la bolsas de enfrente se acercó a la omega para sacar uno de sus dedos y desbloquear el celular para comenzar a buscar el contacto de la mamá de Jennie.

— Aquí esta —dijo extendiendo el teléfono en dirección de su papá cuando salió de la habitación volviendo a cerrar la puerta—

— Voy a llamarla entonces —

Asintiendo en respuesta la alfa volvió a entrar a la habitación cerrando la puerta tras ella y se encaminó para subir a la omega de nuevo a la cama donde se quedo quieta solo viéndola.

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Baby ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora