Capítulo 3: Primera cita

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El mensaje de Todoroki despertó a Izuku.

«¿Quieres salir mañana?».

Por suerte había preguntado de esa forma, porque de haberlo hecho en persona Izuku hubiera hecho el ridículo por la manera en la que había reaccionado a él. Se había sonrojado, se le había cortado la respiración, había dado vueltas en su habitación, lo había releído mil veces pensando en cómo contestarle y finalmente había puesto: «Me encantaría :)».

Moría por dentro porque no sabía si ese «salir» era como una cita o si era como amigos o si era algo más. Pero le daba miedo preguntar. Izuku era muy bueno analizando a las personas, adivinar muchas cosas sobre lo que pensaban a partir de observarlos. Pero no con Todoroki. Aunque el tiempo de amistad y de entrenar juntos en las practicas habían ayudado a que pudiera traducir los gestos casi imperceptibles en el rostro de su amigo, no era infalible. Y no sabía interpretar algunas actitudes de Todoroki hacia él.

Y es que había momentos en los que Izuku pensaba que quizás esos sentimientos eran compartidos, pero también podía ser que el deseo de que así fuera hiciera que pareciera tal cosa. Darse cuenta que estaba enamorado de Todoroki fue como usar One for all al 100%, casi lo rompe: dudas, miedos, inseguridades; la angustia casi asfici. Había sido Uraraka la que lo había ayudado a entenderlos, y también era la única que lo sabía.

Tuvo que hacer varios ejercicios de respiración para tranquilizarse antes de salir de su habitación. Cuando salió vio a Todoroki plantado afuera.

—To-Todoroki-kun —exclamó en sorpresa—, ¿no habíamos quedado de vernos abajo?

—Sí. Pero recordé que te tenía que decir que agarraras una chamarra o algo caliente.

Izuku frunció el ceño.

—No hace frío, ¿o si?

—A donde vamos va a hacer —contestó con una sonrisa críptica.

Regresó a su cuarto y agarró su chamarra. Nuevamente tuvo que respirar porque verlo afuera de manera tan inesperada le había acelerado demasiado el corazón. Si seguía así le iba a dar un problema cardiaco, quizás ya lo tenía.

—Eh, Todoroki, ¿no ibamos a salir?

Todoroki lo había llevado a uno de los gimnasios de entrenamiento.

—Aizawa no me quiso dar el permiso, —explicó— así que lo convencí de que nos dejara usar el gimnasio para nuestra cita.

El corazón de Izuku hizo un salto de triple mortal. Sí era una cita.

Entraron al gimnasio y Todoroki cubrió con hielo el piso. Luego hurgó en la mochila que traía y sacó unos patines.

—¿Sabes patinar? —le entregó unos a Izuku.

—En hielo no. Pero no debe ser difícil, ¿o si?

Pero resultó que era un poquito más complicado que patinar en tierra, y es que el piso fuera resbaloso y las navajas se corrieran no ayudaba. Apenas puso un pie sobre el hielo y trató de poner el otro se fue de espaldas cayendo en su trasero.

—¡Midoriya! ¿Estás bien? —preguntó alarmado Todoroki, que se había adelantado y se acercó rápido.

—Sí —rio nervioso—, me resbalé, pero estoy bien.

Todoroki le extendió la mano para ayudarlo a pararse. Ya se estaba logrando poner de pie cuando nuevamente resbaló y como Todoroki estaba inclinado para ayudarle perdió el equilibrio y cayó encima de él.

—Uh, oh, lo siento —dijo Izuku avergonzado.

El rostro de Todoroki estaba a unos cuantos centimetros del suyo. Mirando con sus ojos bien abiertos y sonrojado. Se le cortó la respiración y lo miró de la misma manera. Podía escuchar su corazón latir en sus oídos. El tiempo pareció detenerse por unos minutos, hasta que sus pulmones reclamaron la falta de aire haciéndolo jadear. Eso hizo que Todoroki reaccionara también. Se puso de pie rápidamente. Y ayudó a Izuku a levantarse. Un silencio incómodo se extendió entre los dos.

—Te puedo enseñar.

—Creo que necesito ayuda.

Hablaron al mismo tiempo. Izuku soltó una risita.

—Sí, por favor —dijo.

Todoroki se acomodó en frente de él y le extendió las manos.

—Toma mis manos, así no caerás.

Izuku lo hizo.

—Ahora desliza un pie, seguido del otro. Como si quisieras caminar sin despegar los pies del piso.

—¡Lo estoy logrando! —gritó emocionado.

Patinó un poco más así, Todoroki guiándolo. Hasta que se sintió lo suficientemente seguro y entonces lo soltó.

—Eres un buen maestro, Todoroki-kun.

—Y tú buen alumno.

Patinaron juntos. Y después de un rato de práctica, Todoroki ya le estaba enseñando a Izuku a hacer trucos.

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