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R e n n a n

No lograba asimilar lo sucedido. Nada dentro de mi cabeza parecía cobrar sentido. Pasé los últimos días junto al fuego esperando una respuesta coherente llegase a mi mente pero nunca fue así. Un día simplemente estaba a mi lado y al otro se había esfumado sin dejar rastro de él. ¿Qué había sucedido contigo Arian? Me lo pregunté tantas veces que te volviste mi caso favorito para resolver en navidad, tú sabes bien se me da bien eso de investigarlos. Recordé cada momento vivido retrocediendo entre mis pasos para detectar algún indicador tuyo que pudiese darme una señal del porqué de tu ausencia.

No quería irme. En el momento que tu padre entró por la puerta observando el panorama que le brindamos yo no quería salir de ahí y dejarte solo porque reconozco a un monstruo cuando lo veo. Pensé mi presencia no te beneficiaría en nada así que por esa razón es que tomé mis cosas y salí de ahí, pero en cada paso sentí el miedo de lo que podría pasar. ¿Te golpearía? ¿Debería llamar a la policía? ¿Haría algo para que dejásemos de ser amigos? ¿Me negaría verte? No logré con esa incertidumbre así que te llamé un par de veces, el que hayas ignorado mis llamadas fue lo que me hizo regresar a tu casa, esas cuatro paredes que no sientes como hogar. La conversación establecida con tu padre fue crucial, aún me quita el sueño.

— ¡Rennan! —

El pequeño Archivald me reconoció en cuanto me vio cruzar las puertas de la vecindad, no tardó en soltar sus juguetes para correr a mí. Sin embargo, su padre fue más rápido así que le obstruyó el paso. Pensé me golpearía en tanto me viera pero eso no sucedió, de hecho parecía tranquilo, quizá eso me asustó más.

— Archivald, ve con el abuelo— habló — ¿Qué se te ofrece muchacho?

Habló una vez el niño se había alejado con una mueca en el rostro; el pequeño no evitó el decir adiós con su mano y lanzar un beso al aire para que pudiese atraparlo; inclusive puedo jurar espiaba todo desde la ventana, sé bien lo curiosos que suele ser.

— Busco a Arian. Señor, sé que...—cortó mi discurso de tajo

— Arian no está, pensé ya sabrías eso— fruncí el ceño en tanto lo escuché— Se fue con su madre, al parecer piensa pasar las fiestas allá ese mal agradecido.

— Alto. ¿Qué? ¿Con su mamá? — mi ceño se fruncía cada vez más al no comprender sus palabras. Él actuaba muy tranquilo ante la situación y mostraba sorpresa ante mi falta de información.

— Quiere respuestas y no lo culpo. Siempre fue más unido a ella que a mí. Como sea, no sé cuándo vaya a regresar, al parecer ya consiguió lo que quería—él pareció notar el desconcierto en mi rostro ya que volvió a hablar— ¿No lo sabes?

— ¿No sé qué? —Mi comentario parecía divertirle— No sé de qué está hablando

— ¿En verdad crees que mi hijo es como tú? — estuve por protestar pero se apresuró— Por favor, chico. ¿En verdad te creíste mi hijo está igual de...perturbado que tú?

— Si se refiere a lo que vio, quiero explicarle...—negó lento y soltó una pequeña risa cargada de sarcasmo. No lograba comprender el sentido de la conversación.

— Rennan, por favor, no seas ridículo—

— Sé que usted está en contra, cree esto es una aberración y va en contra de todas sus creencias pero no es así. Además Arian...— volvió a detenerme y tomó la palabra.

— ¿En verdad creíste que no sabía que Arian hacía ese tipo de aberraciones contigo? Por Dios. Eres su chiste personal muchacho; Arian lo único que buscaba era mantenerse en esa ridícula escuela y la gente como nosotros no tiene oportunidad, al menos eso creía hasta que vio en ti su fuente de ingresos—

CoheteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora