CAPÍTULO UNO

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➡ Raras advertencias.
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EL CATASTRÓFICO Y TURBULENTO DÍA EMPEZÓ con ella despertando gracias a su odioso gato llamado Boloña, quien decidió sentarse sobre ella porque resulta que no había ningún otro sitio para él aplastarse―cof cof sarcasmo cof cof―, y concluyó agitando su esponjosa cola en todo su rostro. Divertido. Este pequeño "acto de amor" de su minino provoco que se despertara estornudando y con picazón en la nariz, así que
la niña de melena castaña y completamente rizada con tendencias rebeldes―la cual había amanecido más salvaje de lo normal―, no tuvo más remedio que levantarse, resignada a ir otro día en la primaria del condado y no la malentiendan, Raven siempre fue muy social y amigable, sin embargo, los chicos que estudian con ella son unos reverendos estúpidos hijos de papi y mami. Ella los detesta.

Se levantó, provocando el enfado del minino que se fue sin siquiera dirigirle una segunda mirada, y aquello le causó gracia. Camino hasta llegar al baño al final del pasillo soltando uno que otro estornudo entre leves tropiezos por seguir medio dormida. En el baño realizo su rutina mañanera de siempre―ya sabes, lo usual para mantener una buena higiene―y luego fue a la cocina, encontrándose con su adorado padre.

Christopher Ellis es su nombre, no era un hombre muy alto―de ahí saco su altura―, sin embargo tampoco era bajito. Ya estaba a mitad de sus treinta y se le notaba por las canas que adornaban su castaña y rizada melena―también heredada de él―y las arruguitas en su rostro que se acentuaban más cuando sonreía. Aun así su padre parecía conservarse bastante bien. Era muy carismático, bastante alegre y bromista, a veces parecía más un hermano mayor o un alocado tío que su padre, pero hacía de todo por ella y Raven lo amaba muchísimo. Era sin duda el mejor de todos.

―Buenos días, señor-que-dice-ser-mi-padre.

―Buenos días, niña-que-vive-gratis-en-mi-casa.

Raven rio al tiempo que tomaba asiento en la pequeña mesa del comedor.

Ellos no vivían en una gran casa ni nada así, ambos vivían en un pequeño apartamento cerca del centro. No tenía gran cosa el lugar, si tan solo eran dos cuartos y un baño con la cocina, sala y comedor en la misma área. Sumamente pequeño, lo sé, lo saben, pero era suficiente para ellos. Raven no tenía hermanos y su padre no estaba casado. ¿Y su madre? seguro te preguntaras, pues su padre solo le dijo que nunca la conoció mucho, que solo llego un día a su apartamento ―sí, ese mismo― diciendo que esperaba un bebé suyo. Unos meses después y ¡Pum! Aquí estaba ella. Su padre dijo que su madre tan solo se fue del hospital unas horas luego del parto, desde entonces no sabe nada de ella. Pero a Raven no le importa, ella estábien sin ella, no la necesita, tiene a su padre y a su excéntrica tía Lucinda ―ella es quien la ha ayudado con sus cosas de chica pues su padre es totalmente inútil en ese aspecto― y a sus
abuelos paternos ―que por desgracia no ve mucho porque viven en Florida― y ella está perfectamente bien con eso.

― ¿Y cómo dormiste, padre falso?

― Con los ojos cerrado, rara niña, que, debo agregar, se parece mucho a mí, ¿Seremos realmente parientes?

― Uff, espero que no, imagínate lo que dirán de mi si saben que soy la hija del loco―ante esto su padre respondió lanzándole un pedazo de salchicha a la cara.

El desayuno fue como siempre, nutritivo, con una pequeña dosis de sarcasmo para espabilar y
algo de humor negro para no estar amargados. Sí, definitivamente Raven amaba a su padre.

LAS CRÓNICAS DE RAVEN ELLIS & EL INSTITUTO DE MONSTRUOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora