IX

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El choque de dos mundos.
El choque de nosotros.

Épsilon

Recuerdo con bastante precisión su rostro, ahora algo así como mi presa. De alguna forma u otra tenía que conseguir tenerla cerca y creo que no será difícil. Extrañamente nuestros caminos siempre terminaban enredándose por alguna cuestión y mis caminos siempre desembocaban a ella, la había visto hace un año en aquella fiesta de Halloween antes de que todo se volviera en un caos y ahora asistíamos a la misma universidad. No importaba cuánto tiempo me alejara de Chicago o que hiciera yo, la vida seguía plantándomela de frente como si con eso quisiera decirme algo.

Ty pensaba que era mala suerte.

Yo sabía que era algo mucho más grande que solo mala suerte.

No era tan simple, algo me ataba a ella de una manera inexplicable que simplemente me parecía encantadora. Jamás la había conocido en persona hasta ahora, nunca habíamos cruzado palabra en nuestras vidas, pero había una conexión desde aquel día.

Desde el día uno.

—Dime por favor que tienes un plan. —Dijo exaltado Tarv tomando asiento a un lado de Thaigo en la sala del departamento.

Regrese a la realidad.

—Algo así. —Dije.

Había sido difícil planear algo, lo que fuera. No existían opciones y esta vez todo era más difícil que antes, Dante me pisaba los talones y no soportaría verle la cara a Travis en este momento. Esa cabeza tenía tanta mierda que a veces no comprendía si era demasiado brillante o un tremendo psicopata.

Podíamos ser "Los Corisni", una familia de élite en el país y probablemente en el mundo, pero no soportaba ver le a la cara a ninguno de mis familiares. Soportaba la de Tarvarius porque había crecido con él, de alguna forma le quería, pero aún así era un trabajo exhaustivo.

Realmente qué podía decir de Thaigo...

—Necesito que entre al equipo de nuevo. —Explique. —Sé que entró antes, sólo tenemos que lograr que asista a los entrenamientos.

—Hecho. —Dijo Ty.

—Necesito sus horarios, absolutamente todos. Lo que hace, lo que no, su familia, todo sobre ella. —Dije. —De nuevo, la última vez no sé con exactitud que fallo, pero no dejare que vuelva a suceder.

—Puedo ayudarte con eso. —Habló Tarvarius. —pero, ¿Cuál es el punto de hacer de Chicago un infierno para ella?

Negué con la cabeza. No tenía idea, pero era un mandato de Dante y no podíamos cuestionar eso.

—Solo sigan las órdenes y todo estará bien. —Hice incapie en eso último.

Tarvarius había posado una mirada un tanto confusa sobre mi, me veía retadoramente desde su lugar y buscaba partirme la cabeza con la visión. Mantuve la mirada y no la parte por ningún segundo; de entre todos yo siempre había sido el mejor para todo, aún siendo el más chico de esta generación.

Haber nacido cinco segundos después que Thaigo me había convertido en el quinto y último en la línea de los Corsini, por alguna razón jamás me sentí de ese modo. Thaigo solía burlarse de eso, incluso Tarvarius, pero yo nunca me afligí al respecto porque en esta familia no relucías por ser más indefenso sino todo lo contrario y solo podía conseguir cierto respeto si demostraba que era más que el último de todos.

—Dejen de verse de ese modo o yo mismo haré que separen sus ojos de sus caras. —Dijo posándose detrás de Tarvarius. Una de sus manos revoloteó enfrente de su rostro evitando que siguiera viéndome.

The Burning ButterflyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora