VII

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En la boca del lobo

Zakharov

Septiembre 11, Viernes

Uno de nuestros mayores acuerdos con nosotros mismo es la búsqueda implacable de la felicidad, buscamos por ella en las cosas tal vez tangibles que llenaran esa necesidad, la buscamos en las personas que nos rodean o simplemente la construimos alrededor de ellas. La buscamos fuera de nosotros mismos como cuestión general y probablemente nuestro peor error.

La buscábamos como si nuestra vida entera dependiera de ello.

Todos deberían tener en cuenta que la felicidad es algo que no puedes buscar o que podamos decidir sobre ella, es algo que yace en ti y está en la espera de nuestra conciencia a que nos percatemos de esto.

Tú eres tú propia felicidad. 

Y si la felicidad estaba en mi, ¿Por qué no lo sentía así?

Veía a Nova desde mi lugar, tenía los ojos cerrados y descansaba, llevaba días así. En momentos como este mi estado de ánimo no podía ser peor y aún que yo pudiera decidir cómo sentirme al respecto creo que tenía el derecho a sentirme gris por momentos.

Eran las tres de la tarde, me había saltado mis comidas por alguna razón, no tenía mucho apetito estos días y había evitado a toda costa hablar al respecto con Reggie, quien ahora se había vuelto como un padre preocupado todo el tiempo lo por qué hacía, dónde estaba o simplezas, era muy molesto que llamara todo el tiempo.

—Jura que me marcaras cuando vayas para la oficina. —Demandó detrás de la línea Reggie.

Rodé los ojos para mi mientras continuaba escribiendo los apuntes a las clases que había faltado. —Te marcaré, ¿Okay? No deberías ponerte tan paranoico. —Aclaré.

—Seguramente Nova pensaba lo mismo y mira a donde la llevo...

Eso me golpeo fuerte y hubo un silencio mutilante que cortaba la línea en dos. Detuve la pluma sobre el papel y no sabía qué decir o esperar. <<¿Está bien? ¿Perdón?>>

—Nos vemos en un rato. —Colgué la llamada y la voz de Reggie se escuchó detrás del teléfono, pero hice caso omiso a sus imperceptibles palabras.

No sabía cómo tomar aquello, tal vez era cierto. 
Nova entre sus muchas características podíamos encontrar que tenia a la humanidad en un pedestal, pensaba que todo era mucho más positivo de lo que en verdad era y eso desencadenaba su terquedad, sencillamente era imposible hacerla cambiar de opinión una vez se plantara sobre ella.

Le eche un vistazo antes de seguir escribiendo mis apuntes. Se veía bastante tranquila, más de lo que jamás la había visto en mis escasos veinte años.

Sus labios comenzaron a moverse en un murmullo. Deje de lado mis libros y me acerqué a la cama.

—Iris... —Habló en una muy apagada voz, casi imperceptible.

Sin pensarlo mucho presione el botón que se encontraba a un lado de su almohada el cual -sí bien había entendido- llamaría de inmediato a una enfermera. —Tranquila mamá, estarás bien. —Hable bajó acariciando una de sus manos.

—Tú... —Intentó hablar. Negué con la cabeza, tenía que relajarse. —Busca el diario de Marcus... —Habló de nuevo.

Una enfermera entró a gran velocidad a la habitación y comenzó a apretar botones por todos lados, movió algunas cosas y cuando menos lo note ya había dos enfermeras más acompañándola. Los pitidos del monitor cardiaco comenzaron a hacerse alborotados. Las enfermeras sacaron la camilla y se llevaron a Nova.

The Burning ButterflyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora