Claveles blancos

IV. CONFRONTACIÓN

Draco llegó de noche y se sorprendió un poco al ver el ambiente en la casa. Hermione se acercó con ternura y besando ligeramente sus labios, le comentó:

—Te he preparado un baño y estaba esperándote para cenar —le sonrió. Internamente, él admiró su vestido y lo bonita que se veía esa noche, pero por alguna razón se abstuvo de comentarlo y simplemente asintió.

—Estoy cansado, pero...

—El baño te relajará... —interrumpió con suavidad—, acá te espero.

Media hora después, el joven mago se reunió con ella en el comedor y mientras comían, todavía algo asombrado por la situación, preguntó con mirada ausente.

—¿Qué celebramos?

—Nada en realidad... sólo quería complacerte —esbozó una débil sonrisa.

—No era necesario, Hermione —le dijo con sequedad.

—Lo sé... Pero aún así quería hacerlo —replicó dolida.

Luego de varios minutos de incómodo silencio, ella intentó bajarle tensión al momento preguntando sobre el viaje, pero él fue escueto en sus respuestas. Cuando se levantaron de la mesa, y antes de que él escapara hacia su oficina, ella lo detuvo.

—La verdad, Draco, quisiera hablar algo contigo.

—¿No puede ser mañana?, ahora tengo que preparar unos documentos para el ministro.

—Draco, debe ser hoy. No quiero alargar más esta conversación que debimos tener hace mucho tiempo.

—No entiendo lo que quieres decir... —declaró arqueando una ceja con desconcierto.

—Estoy intentando convencerme de que lo nuestro no ha terminado... —él iba a decir algo, sorprendido por las palabras de la joven, pero ella prosiguió—: No es necesario que me mientas... sé que ya no sientes lo mismo... lo vengo notando desde hace meses...

—Estás equivocada... yo te quiero igual que siempre —aseguró con expresión escéptica.

—Creo que lo mejor es separarnos...

—¡No estoy de acuerdo! —repuso a la defensiva—. Estoy acá, vengo a casa cada día, ¿qué más quieres de mí? Si no te quisiera, hace tiempo me hubiera ido, ¿no lo crees? Me conoces, no estaría en un lugar en el que no quisiera estar.

—En cierto modo, Draco, eso es lo que has hecho. Te has alejado de mí. Y no, ya no te conozco...

—¡Qué estupidez es esa! —rió con sorna.

—Quiero que vuelvas a ser el Draco del que me enamoré... el que estaría acá por convicción y no por obligación.

—Yo no he cambiado, yo soy así.

—Quizá no te diste cuenta que cambiaste... o simplemente dejaste de lado los detalles porque ya no era necesario conquistarme... ya me tenías a tu lado.

—¡Eso es mentira! —masculló.

—Entonces no entiendo qué es lo que ha pasado con nuestra relación, Draco. Explícame por qué se ha enfriado tanto o por qué no te ha interesado hacer un cambio cuando te lo he mencionado.

El silencio fue la única respuesta.

—¿Acaso puedes decirme hace cuánto no tenemos una cita romántica? ¿Cuánto hace que no me dices un "te amo" o incluso, hace cuánto...?

No pudo terminar la frase. Un nudo se había atorado en su garganta. Había sacado cuentas y tenían varias semanas de no tener relaciones sexuales. Respiró profundo tratando de calmarse. Él se pasó las manos por su cabello consternado por la situación.

—No te lo digo a manera de reclamo... el deseo no es algo que puedas exigir... Entiendo que ahora tienes otros intereses y que las parejas también van cayendo en una rutina y que una relación no va a ser toda la vida como el primer mes, pero es que son muchas las cosas que han cambiado, Draco, y yo ya no puedo vivir así... esperando por una sonrisa tuya, por una caricia de amor, por tu tiempo... Sinceramente, no merezco tu indiferencia.

Draco no podía dar crédito a lo que escuchaba, pero tampoco podía negar que ella hablaba con razón. Lo peor es que no encontraba un motivo para refutar los argumentos de la joven, ni tenía una explicación de por qué las cosas habían cambiado tanto, pues ni él mismo lo tenía claro, y esto lo hizo sentir miserable.

Fue precisamente este nuevo silencio el que motivó a Hermione a seguir con su argumento.

—Es tan fácil como que, si ya no sientes lo mismo que hace tres años, lo digas y ya, Draco. No tenemos por qué sentirnos atados... al fin y al cabo, no estamos casados, no tenemos hijos... es como hacer borrón y cuenta nueva. Quiero luchar por mi felicidad... y creo que esa ya no la voy a encontrar a tu lado... —Hermione limpió unas lágrimas que no había podido contener, aunque se había prometido que no iba a llorar—. No te miento cuando te digo que te amo, Draco, pero ya no puedo seguir así. He decidido dejarte. Ahora mismo me iré de la casa.

Hermione se quedó frente a Draco esperando por algún tipo de reacción, pero con el paso de los minutos, negando con la cabeza, sin intentar ocultar su dolor por el silencio del joven, dejó salir unas lágrimas que él nunca hizo intento de enjugar. Simplemente la veía a los ojos confundido. Para ella quedó más que claro que él no la detendría y que todo había terminado.

—Adiós, Draco —y diciendo esto, salió de la estancia. Minutos después el silencio inundó su casa, y el joven mago siguió con expresión sombría en medio de la habitación, como si fuera una estatua, preguntándose en qué momento su vida se había ido por la borda y él no había hecho nada por evitarlo.

Hermione apareció en Grimmauld Place y en los regazos de Ginny, dio rienda suelta a toda su tristeza, llorando de frustración, dolor y angustia... eran muchos los sentimientos encontrados en ese momento.

—Iré a hablar con él —mencionó Harry al ver a su amiga en ese estado. Le dolía mucho verla sufrir.

—No, Harry, por favor, no quiero que sepa dónde estoy, aunque supongo que adivinará que estoy con ustedes. Prométanme que no lo buscarán. No quiero verlo, no quiero saber nada de él. Le di la oportunidad para hablar y no lo hizo. No merece otra oportunidad. Sólo... sólo necesito desahogarme... necesito liberar todo lo que llevo años callando... Déjenme llorar... porque hoy será la última vez que lo haga por él...