Capítulo 15

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Zaia

Viernes 01/05/20 a las 18:15

 - Bueno chicos, nos vemos el próximo lunes, no se olviden de hacer los ejercicios que hablamos, así resolvemos rapidito cualquier duda.

 - Dale.

 - Obvio, sí.

 - Esta bien, nos acordamos - Hablamos los tres al mismo tiempo despidiendonos de Carlos.

 Con la mochila puesta en el hombro me dirijo a la entrada del teatro, donde Ian me espera apoyado en la pared con brazos cruzados y con una sonrisa que tira chispas en la boca. Caminamos los cuatro juntos hasta la esquina de la cuadra y como nuestro caminos se separan saludamos a Lucas y a Ana, quienes hoy estaban más distraídos de costumbre. Tuvimos que reiniciar nuestro coro un par de veces ya que a veces le pifiaban* a las entradas, duración o vocalización de las notas... Lucas llegó a desafinar un par de veces, pero nada no perdonable.

 La noche ya cayó desplegando su manto oscuro por todo el cielo, dejando solo que los faroles nos iluminen y causa de estos no se pueda ver más que unas pocas estrellas. Nos toca hacer algo distinto: fotos. Ian, dubitativo y con vacilación, me pidió que le hiciera un favor, que posara para él en un trabajo para la facultad. Obvio que no me negué.

 Nuestra amistad viene creciendo cada día más junto con la ambivalencia que reina en la burbuja que creamos al estar juntos. Ya no sabemos quien empieza y quien termina la risa, no recordamos en qué momento se dió inicio a los empujones amistosos o cuando sentimos la confianza suficiente para agarrarnos de las manos y bailar al son de alguna canción que resuena en los adoquines de las veredas más vistosas de Buenos Aires.

 No puedo marcar el punto de partida de tal confianza, como el sacarnos fotos a escondidas y matarnos de risa cuando el otro nos descubre. Tampoco sé el motivo de por qué nunca nos publicamos en redes.

 Eso tenemos: ambivalencia.

 Por mi parte tengo la necesidad pura pero poco explícita de que me felicite, de que me mire con sus profundos ojos y no aparte la vista. Con imperioso deseo anhelo cada silencio cómodo que nos rodea caminando hacia su auto. Quiero cantar a los gritos las canciones que me deja poner  en el bluetooth de su auto, disfrutando tanto como él la playlist que elijo.

 Lo sé. Andrea y Lola también lo saben. Nadie lo dice en voz alta, nadie quiere hacerlo real. Pero real es la abstinencia que siente mi vientre en toda la semana, a la espera de que lleguemos a la puerta de mi edificio, abstinencia de esa falta de aire que te hace apretar el pecho y adicción por el correr de mi corazón.

 Hay veces que quiero embriagarme en las risas nerviosas que suelta una vez sola en mi ascensor.

 De lo que estoy borracha es de culpa y contrariedad que existen en mi mente, que solo las logro disipar cuando estoy con mi amigo. Mi amigo.

 Que hoy vayamos a hacer esto me pone nerviosa. ¿Tendré mucho frizz? Hay mucha humedad hoy ¿Me depilé bien las cejas? ¿Y el bigote? Me llega a ver un pelito de más y me mato. No, él no es así, no le va a importar. Además ni se va a fijar en eso, va a estar pendiente de otra cosa. Converso dentro de mí cabeza en un lapso de pocos segundos del que Ian me saca con una voz un poco más ronca.

 Me estuvo viendo contrariar conmigo misma mientras trataba de hacer equilibrio en los la fina línea de cemento que divide el parque del pavimento de la vereda. Él se quedo quieto y fijo en su lugar y al no darme cuenta de que frenó yo avancé un poco más.

OVERGGER ~ PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora