El castillo real de Belzerg, hogar de los sirvientes reales, los leales caballeros y las 2 nobles que lo protegen, y claro, la propia familia real, aunque actualmente solo quedan 2 de los 3 últimos de dicha familia.
Entre los espaciosos pasillos decorados con algunos cuadros y ventanales con diseños extravagantes, un joven rubio de no más de 24 años caminaba con el fin de aclarar sus ideas y relajarse un poco.
Tenía su liso cabello peinado hacia la derecha, su camisa remangada hasta los codos era de color blanco hielo al igual que sus botas que le llegaban hasta las pantorrillas, sus pantalones eran de color negro detalles dorados, al igual que sus guantes de combate que ya estaban algo desgastados, y su cinturón de cuero llevaba envainada un estoque largo y delgado con el mago decorado con algunos toques dorados y la punta estaba un pequeño zafiro
Aunque estuviera arreglado, no era una vestimenta muy adecuada para él considerando que era el príncipe del reino, mucho menos si llevaba ya unos días devuelta en la capital, pero aunque el supiera eso e hiciera el esfuerzo de andar más formal, apenas se colocó una de sus vestimentas favoritas cuando vivía en el castillo se sintió algo extraño, así que pensó que de vez en cuando podría ponerse algo mas adecuado cuando hiciera falta..... algo que al final nunca hizo.
Y así pasó sus días desde que volvió a la capital, vestido con las mismas ropas que usaba en la frontera o ropas parecidas a esas, una completa ironía, ya que si antes extrañaba el estilo de vida que llevaba en el castillo, no podía volver a disfrutarlo como antes.
Ja: diablos.... jamás pensé que extrañaría la frontera - murmuró para si mismo con una sonrisa irónica.
Mientras caminaba sin un rumbo aparente, terminó llegando a un balcón que daba vista hacia los campos de entrenamiento, se paró un momento, giró su cabeza en dirección al balcón y pensó:
Ja: (tal vez el entrenamiento me ayude a pensar) - con ese pensamiento se asomo por el balcón para asegurarse de que no hubiera nadie.
No es que le incomodara entrenar junto a los caballeros, después de todo el lo ha hecho incluso antes de irse al campo de batalla, pero necesitaba aclarar ciertas dudas que andaba por su mente.
Al asomarse encontró el campo de entrenamiento casi vacío, menos por una pequeña princesa rubia que se preparaba para cortar una piedra de 8 metros de alto y 4 de ancho con la espada de la familia, la legendaria Calibur.
Cuyo nombre original iba a ser Excalibur en honor a otra espada legendaria, pero el aprendiz del herrero que la creo no leyó bien el nombre y termino quedandose asi.
Desde entonces, cierto Dios artesano y herrero se aseguro de hacerle exámenes de la vista a todos su aprendices, pero esa ya es otra historia....
La cual dudo que les intereso o que el autor quiera escribir.
Volviendo a la historia principal. Acompañando a la pequeña princesa estaba su protectora y tutora maga, la cual mientras supervisaba a la princesa estaba sentada en una silla tomando una poción de maná, ya que ella había usado teleport para traer esa piedra, está maga era por supuesto Rein, una de las 2 nobles a cargo del cuidado y educación de la princesa Iris.
Mientras Jatis se apoyaba con sus brazos sobre la barandilla del balcón, Iris tomó posición de combate con sus brazos extendidos hacia adelante apuntando con su espada a la piedra, cambiando una sonrisa triste por una llena de determinación, de un momento a otro cambió su postura para hacer una finta, un segundo más tarde, una nube de polvo se levantó en donde antes estaba ella.
Con un pequeño grito de batalla que hubiera sido adorable si no hubiera dado un salto hasta la punta de la roca y blandió su espada hacia esta tan rápido que por un momento apareció un arco de luz plateado.
ESTÁS LEYENDO
Konosuba: Lo que debía ser
FanfictionMi nombre es Kazuma Satou , y después de tener una muerte digna de un héroe en en Japón reencarne en este mundo maravilloso para vencer al Rey Demonio, derrote sus generales, me hice asquerosa mente rico, conseguí un buen equipo...bueno , en realida...