❝𝐏𝐀𝐒𝐀𝐃𝐎❞

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Un Alexander de cinco años estaba jugando con su hermano mayor; Matias Candia. Porque así es la vida.

Ese día era muy bello, un día normal en el cual nada malo podría pasar.

Bueno...

Sus padres no se encontraban en casa, como de costumbre.

Alexander era muy joven para entender esto, pero, su familia no estaba en una situación económica muy buena, no había nacido en un momento muy bueno para su familia, solo querían a su hermano, en otras palabras, no fue planeado.

Ese día en cuestión, todo empezaría a ser muy diferente en la vida de Alexander.

En ese instante, llegó su madre a la casa. Alexander corrió a saludarla.

-¡Hola mamá! -. Saludó Candia muy alegre.

—Sí, claro, "hola" —. Su madre parecía enojada. Había llegado de hacer las compras y gastó la mayoría de su dinero en alcohol. Su padre no quedaba atrás.

Y a eso se debían las peleas a gritos todas las noches.

La tarde pasó rápido, Alexander jugaba con su hermano mayor y su madre estaba preparando la cena.

Llegó un punto en el cual, Matías no quería jugar más con Alexander porqué era un aburrido y según él "no sabía jugar".

Alexander decidió jugar solo, con unas rocas y palitos que había en el jardín.

Sin querer, queriendo tirar una roca a un auto que pasaba porque él es turbio y muy del barrio, tiro la roca a una ventana de su muy humilde morada. Rompiendola.

Su madre escuchó el ruido de los cristales rompiendose. Él escuchó el ruido de sus padres asomándose por esta, saliendo su madre rápidamente al jardín junto con su hermano mayor.

—¿Qué mierda hiciste ahora, Alexander? —. Preguntó furiosa su madre.

—Y-yo... —. Alexander estaba aterrado —. Estaba jugando...n-no pensé que...

—¡Cállate! —. Gritó su madre —.¡Adentro! ¡Vamos!

Su progenitora lo tomó del abrazo, haciendo que este soltara un quejido por la fuerza.

—¿Qué hizo tú hijo ahora? —. Preguntó su padre a su madre con un tono violento.

—¡Rompió la ventana! ¡¿A vos te parece?! —. Anunció mirando con desagrado al menor.

—¡Te dije que lo abortemos, Abril —. Gritó su padre enfurecido el nombre inventado por una de las escritoras que no le agrada en lo absoluto ese nombre. No cancelaciones, por favor.

El menor al oír aquella frase que su padre había dicho entraron unas ganas inmensas de querer derramar sus saladas lágrimas.

A pesar de que era un niño de tan solo cinco años de edad sabía muy bien lo que significaba "abortar".

Alexander rompió en llanto, llamando la atención de sus padres.

—¡Mira lo que hiciste, imbécil! ¡Pero que asco que das!-. Su madre le gritó con furia a su padre, mirando seriamente a Alexander. Parecía no tener compasión alguna.

Creía que todo era su culpa, si él no hubiera nacido todo sería mejor para él y su familia.

Huyó a su cuarto, se encerró y se acostó en su cama a llorar, dejando a sus padres solos.

Pasó el tiempo, un par de meses quizá, el emo tercermundista de bajos recursos no había contado el tiempo, pero, suponía que habian pasado tres meses, en esos tres meses, sus padres se divorciaron, se quedó con su hermano Matías

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Pasó el tiempo, un par de meses quizá, el emo tercermundista de bajos recursos no había contado el tiempo, pero, suponía que habian pasado tres meses, en esos tres meses, sus padres se divorciaron, se quedó con su hermano Matías. Él se encargó de que Alexander no recuerde todo lo que había pasado. Lo cuál, estaba logrando.

Un John de 4 años estaba tranquilo dibujando garabatos en hojas de papel, sin ninguna preocupación

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Un John de 4 años estaba tranquilo dibujando garabatos en hojas de papel, sin ninguna preocupación.

Aunque el no lo supiera, la paz no iba a ser para siempre.

Se levantó de su cama para mostrarle el dibujo a sus padres. Bajó las escaleras.

Pero algo lo detuvo.

Ruidos de sollozos de la que parecía ser su madre, platos rompiendose.

Terminó de bajar las escaleras con cuidado, tratando de no hacer mucho ruido, con sus manos temblorosas posadas en la madera que se encontraba a un lado para no tropezar y caerse.

No entendía que era lo que estaba sucediendo.

Se dirigió a donde estaba su madre, tirada en el piso con algunos moretones esparcidos por su cuerpo. Llorando.

—Mami... ¿Estás bien?—El pequeño la tocó levemente, confundido.

—¡Quítate! —. Gritó su padre para luego correrlo de un golpe.

Se asustó, no comprendía la gravedad de la situación, era un simple niño.

Así que hizo lo que un niño haría...

Llorar.

Su padre lo golpeó otra vez, y otra, y otra vez. Cada golpe hacia  que John llorara más y más fuerte.

Y así siguió el resto de su vida, con su padre golpeandolo y él llorando por el dolor, pero también por no poder sacar a su madre de ahí. No importaba si ponía su vida en riesgo, ella era más importante.

Nunca pudo comprender el porqué un día a otro toda su vida había cambiado tanto.

Tenía las esperanzas de que algún día los ángeles iban a descender para llevarlo de ese infierno y poder estar a salvo.

𝑰𝑵𝑬𝑵𝑻𝑬𝑵𝑫𝑰𝑩𝑳𝑬 [𝑳𝑨𝑴𝑺 𝑫𝑬𝑷𝑹𝑬𝑺𝑰𝑽𝑶]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora