Y al entrar al salón de clases dibujó una sonrisa en su rostro, nadie se daría cuenta o eso le gustaba creer. Acerca de las conversaciones que tenía consigo mismo, cuando deseaba dormir para siempre.
En cambio, la otra, al entrar al salón de clases lo buscó con la mirada, y al ver en él su típica sonrisa elaborada con práctica, sintió un vacío doloroso en su pecho, y terribles pensamientos pasaron por su mente. Desearía que al menos sonriera así por mí.
– Lucia, ¿Estás bien? - preguntó un niño, y Lucia deseó que lo hubiera preguntado Alex.
Sólo asintió.
– Si no lo estas llama a Alex y él...
–¡No! - gritó, sorprendiéndolo.
Entre sus principios estaba no molestar a Alex como los demás lo hacían, ser otra carga para él era pecado, el peor de todos en su cortísima vida.
– Alex ven a mi casa a enseñarme matemáticas - escuchó a lo lejos.
–Mañana ven a la mía.
"Claro", "Por supuesto " respondía el pequeño Alex, y al escucharlo el corazón se le encogía en el pecho, deseaba hace mucho que su amigo le respondiera así cuando le decía que dejara de fingir, que se hacia daño.
Pero Alex no tenia remedio.
Y Lucia realmente lo intentaba.
Y Alex no escuchaba a su amiga.
– ...y por eso tengo un videojuego nuevo - terminó de contar Benjamin, el niño de antes.
– Ajá.
–¡No me estas escuchando Lu!
– SÍ - él la miró incrédulo, – Lo siento.
Y volvió a mirar a Alex. Siempre rodeado de gente, siempre rodeado de extraños.
Lucia recordaba, hace un año y medio cuando Alejandra decidió ser Alejandro, toda esa gente que ahora estaba con el pequeño no existía. El proceso fue complicado, pero ella quería tanto a la ojiverde que la aceptó en cuanto su mejor amiga le confesó "Quiero ser un niño Lu".
Entonces todos prestaron atención a Alex y él se volvió el chico que era ahora.
Desde entonces Lucia había olvidado cómo sonreír, comenzaba a odiar las sonrisas, falsas o verdaderas, las odiaba, porque sólo quería una real de parte del ojiverde.
Alex vivía por y para otros, y esa vida era la que no podía dejar, esa vida era la que escogió vivir.
Y su mundo giraba entorno a quien era con los demás, y los demás no lo querían de verdad, no conocían quien era.
Sin embargo, había una excepción, una que no reconocía, la eliminaba del plano, la ignoraba sin darse cuenta, esa excepción tenia nombre y apellido.
Lucia.
– ¿Es tu mejor amiga Alex? - preguntó alguien.
– ¿Lo es?
– Ah..bueno, si...algo así - respondió Alex.
Mientras que por otro lado era diferente.
– ¿Es tu mejor amigo Lu?.-preguntaba Benjamin.
– Por supuesto, eso y más. - respondía Lucia.
Y las horas del día pasaban tan rápido, y las estaciones iban y venían tras los cristales de las ventanas. Y el tiempo marcaba minutos, horas y años.
Y los niños crecían marcando caminos separados.