¿Sabes algo Lucia?
Creo que deberías insistir más, no sólo eres quien lo escucha, si no que también eres su mejor amiga, o al menos, su única amiga de verdad.
– Alex - llamó a su amigo. – He estado pensando y...
– Ahora no Lu, iré a tu casa mañana.
Y como la tonta niña enamorada de dieciséis años que era, eso le bastó.
– Esta bien - y volvió a callar sus verdaderas intenciones.
El año pasaba rápido, más si de clases se trataba, pronto los exámenes finales llegarían, en dos semanas exactamente.
– ¡Oye! Tonta - gritó una niña a la que Lucia nunca había visto.
Ella decidió ignorarla.
– ¡Presta atención cuando te hablo!. - chilló la recién llegada.
Y una mano se estampo en la mejilla de Lucia. Fue tan fuerte, que una lágrima salió rodando con rapidez por su irritado rostro.
"¿Por qué?"
Se preguntó ella, pero la fuerza que tenía era muy poca.
–¿Quién te crees?. - bufó la niña. – ¡Alguien tan poca cosa como tú no debería tener amigos!
Y Lu sólo miraba a lo lejos la silueta de su amigo, Alex, y pensó por un momento que sería una escena de película, en la que este vendría y la sacaría de su apuro.
Pero no era una película, ni la sería jamás.
– ¿No dirás nada? - pregunto mientras jalaba su mochila.
– No.
– ¡Miral A nadie le importas.
Lu analizó como a su alrededor un pequeño grupo de niños y niñas les rodeaban, sólo observando.
– ¿Dejarás que te golpee?
Y el silencio se interrumpió con el sonido hueco de otra bofetada contra su cara.
Lu volvió a mirar a lo lejos, y esta vez se topo con los ojos de su amigo, que observaban la escena, y creyó que vendría a ayudarle una vez más, pero sólo le propinó una mirada de pena, y luego caminó lejos.
"No."
Pensó Lucia.
"Él no me está dejando."
La tipa se había ido, pero el frío era insoportable, y el dolor lo era así mismo, por lo que se obligó a levantarse y caminar hacia el salón de clases. Una vez más, buscó con la mirada a Alex, encontrando sólo un patio vacío, y a muchos niños en sus salones.
Y comprendió que el mundo podía moverse sin ella, y todos deben moverse en el mundo a su manera, eso era lo que hacía Alex, aunque sus métodos no eran los mejores.
– Lo siento profesor. Me cai viniendo para aquí...
– Está bien. Tome asiento.
Y no escuchó ese tan deseado: "Vaya a la enfermería."
Busco uno de sus libros, y notó que le faltaba el que debían de usar.
Y quiso pedirle a Alex, que se unieran y trabajaran juntos. Pero Alex ya estaba con alguien más.
Y Benjamin se unió con ella y compartieron libros, y reírse forzadamente de las gracias del niño traían dolor a sus entumecidos músculos.
– ¿Segura de que estás bien Lu?.-preguntó Benja
– Lo estoy - respondió.
Y fingió una sonrisa.
