CAPITULO 5

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Se sentia terrible.

La había echado, cuando tan sólo quería ser de ayuda.

Lucia no tenía la culpa. Cuánto se odiaba. Se repugnaba como a la peor escoria de este mundo, no podia mirarse al espejo, no le gustaba estar solo, sabía que aprovecharía esos momentos para hacerse daño.

Pero cuando estaba con Lu, se sentía ligero, debilitado de una forma agradable, aunque no hacía más que llorar, hubo un tiempo antes de entrar a la secundaria básica, en el que ambos solían reir sinceramente y hacer pijamadas hasta las 3 de la madrugada, sin dormir, sólo hablando de sus sueños.

Noches de frío en las que se daban calor, de una manera tan noble, sincera y pura.

En las que nada era falso.

Alex caminaba por los pasillos del colegio, intercambiando sonrisas con los demás.

Hasta que pegó su oido a la puerta del salón de artes, debía dejar ciertos apuntes, y pues, primero quería asegurarse de no interrumpir ninguna clase.

Pero lo que escuchó fue diferente.

– ¿Para qué me llamaste aqui Benjamin? - preguntó una voz 

La de Lu, reconoció Alex.

– Pues…quería preguntarte.

Esta vez la voz era de aquel niño que siempre llevaba chaquetas de fútbol, no era nada feo, y Alex sabía lo cercano a Lu que podía llegar a ser.

– ¿Qué cosa?

Alex se sentía algo extraño al espiar conversaciones que no le incumbian, pero ese niño estaba a punto de confesarse. No podía evitar sentir celos, su mejor amiga significaba mucho para él.

A pesar de lo mal que la había tratado.

Era un cobarde egoísta.

Asqueroso, el mundo no necesitaba personas como él, así lo habían educado en casa. "Se un cobarde y tendrás que arrastrarte como una lagartija tras otros, se un héroe y ellos vendrán, porque serás útil y necesario"

– ¿Quién te gusta? - preguntó el niño en un susurro. – Osea, ¿tienes a alguien en mente?

Alex pensó que Lu no respondería, que evadiría la pregunta y se iría, descubriéndolo en el camino, pero no. No hizo nada de eso.

– Sí, aunque, te lo diré porque te considero un buen amigo. - pausó –No debes decirle a nadie.

- Vale.

- Es Alex.

Hubo un largo silencio, el niño que escuchaba la conversación sin permiso creyó que uno de los dos saldría a su encuentro.

– ¿Qué? ¿Bromeas? Ambos son "chicas" - enmarcó con sus dedos las comillas.

– ¡Baja la voz!, Alex es un chico trans- Lucia sonó irritada.

Alex reaccionó un poco tarde, acaso… Alex? ¿Él? ¿A Lucia le gustaba Alex?

– ¡Pero se supone que deben de gustarte niños como yo, no como él! - chilló Benjamin.

¿Por qué se sentía tan feliz? Saber que todo este tiempo había sido correspondido, lo lleno de una exuberante energía.

Porque sí, Alex gustaba de Lu.

Y al parecer Lu gustaba de Alex -obviamente-.

– No me gustan "los niños como él", Sólo Alex. - escuchó como Lucia finalizaba la conversación.

Alex estaba emocionado, tanto que olvidó en qué situación se encontraba, olvidó que podían pillarlo por sorpresa espiando aquella charla, como dije, lo olvidó.

- ¿Alex? .- el ojiverde volteó.

Su amiga, Lu, lo miraba algo sonrojada desde el contorno de la puerta.

Como siempre, no guardaba rencor por lo de hace poco, y Alex trataba de arreglar las cosas a su modo.

– Lu! ¡No es lo que parece!

– ¿Qué tanto escuchaste? - inquirió la niña

Alex dudó un poco, pero no. Ya había mentido suficiente. Bastaba con eso.

– Todo.

Los colores subieron al rostro de Lu. Que vergüenza, de seguro ahora sería rechazada rotundamente -pensó-

Alex estaba decidido a decirle sus sentimientos, a hacerle saber que era correspondida, a sentirse más unido a la única que estaba consciente de que era verdadero. A la auténtica Lu.

– A mi tam...

- iAlex! ¿Dónde estan los apuntes?.- gritó el profesor al otro lado del pasillo. – Hace quince minutos que espero por ellos.

–¡Lo siento! .- exclamó y corrió a entregar los papeles.

Y Lu sintió algo de decepción. Un punzante dolor que estaba acostumbrada a sentir cerca de Alex.

A veces hay personas que no pueden estar juntas, porque una paga las consecuencias.

Y ese sería el caso, si se diera.

– Lo siento Lu. Mañana. En mi casa.

– ¿Lo prometes?

– Lo prometo.

Ambos entrelazaron meñiques, haciendo el símbolo de una promesa, como cuando eran más pequeños, y no se preocupaban tanto.

La tonta y enamorada Lu casi tocaba el cielo, no había sido rechazada, tampoco correspondida -aún- pero al menos tenía una oportunidad, mañana, en la casa de su infancia.

Sin exageraciones, tal vez era joven, pero desde que tiene memoria, lo ha amado.

Y Alex, tal vez carente de autoestima, y aunque tardó en darse cuenta, su amor no es menos sincero.

El Chico de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora