Alex estaba cansado.
Y solo, a su parecer, pero sabía lo horrible que se sentía su amiga, estaba consciente de cómo la trataba, pero era demasiado cobarde.
Y el mundo detesta a los cobardes, como él se detestaba a si mismo.
– Alex.-lo llamó su amiga.
– ¿Sí, Lu?
– Tal vez lo digo todo el tiempo, pero...
Y entornando los ojos, Alex le dijo que no dejaría de fingir, porque tanta falsedad era necesaria.
– ¡Pero basta! ¡Detente! No eres una buena persona de esa manera, ellos no te quieren por quien eres, quieren al Alex que no serás nunca! - vociferó Lucia. – Te olvidas de quienes de verdad te amamos. - Y Alex la miró inquietado, jamás le había gritado de esa manera, y nunca se había sentido tan mal.
Porque se dió cuenta.
Y la realidad era dolorosa y cruel, y él no estaba sólo, ni era el único que sufría.
– Lo siento - se disculpó Alex.
Y Lu se rompió en mil pedazos, ¿Quién era ella para herirlo?
Si de entre todos sus "amigos" ella era la menos importante. Y se quedó muda, era una guerra tortuosa de palabras hirientes y venenosas, y ambos morian por callar, pero seguian hablando.
– ¡Así sólo eres un hipócrita!
–¡No lo entiendes, porque estás sóla! - respondía Alex.
Nuevamente se arrepentían después de cada palabra agresiva, pero no les impedía continuar.
– Por favor...- sollozó Lu. – Duele.. duele más de lo que crees.
– Vete.
– Alex...
- ¡VETE¡ LARGO!
Lucia tomando sus cosas, salió de la casa.
Dolía pensar en aquellas palabras, nunca antes la había echado de su casa.
Y así eran las cosas.
Siempre hay alguien que quiere más en una relación. En una amistad, en todas partes, pensó
No era una excepción. Y Lucia notó la crueldad en los ojos de su amigo, y el miedo de ser él quien fuera abandonado, y prefirió lastimar a ser lastimado.
– Oh Alex...-Lloraba debajo de un árbol.
Era invierno y nevaba, había olvidado su abrigo dentro de la casa de su amigo. Y la nieve se pegaba a sus delicados brazos.
Y las lágrimas se convertían en algo más dentro del frio brote de escarcha. Y la pequeña ignoraba el dolor de sus huesos, porque dolía mucho más ese recuerdo, algo en su pecho...dolía mucho más.
A Lu le gustaban mucho las peliculas, sobre todo cuando imaginaba vivirlas con Alex, y pensar que era Alex quien la besaba, o que Alex la rescataba de un problema.
– Lo siento, Alex.
Y su madre la abrazo fuerte, como si así solucionara algo. Y ella soño que quien la abrazaba era Alex, y que en esa realidad ambos eran felices y no peleaban.
Dejó caer una lágrima e ignoró que aquellos pensamientos eran irreales
¿Debe doler cierto? Que el amor de tu vida te rechace, te ignoré y te sea indiferente. Como si de un muñeco se tratáse.
Su madre la encontró dormida bajo aquel árbol, helada, con lágrimas secas en su rostro, no era una bebé ni una niña tan pequeña como para hacer algo como eso, pero no tuvo que preguntarle a su hija porque la respuesta la dijo entre sueños.