II. Eres mi Hijo...Mátenme

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"¡No pueden retenerme!" El grito del joven resonó por toda la habitación, haciendo que la enfermera presente mirara nerviosamente entre el imponente capitán y el un tanto berrinchudo multibillonario.

"Pueden, y lo harán." Dijo el mayor, tratando de mantener la calma, tomando un profundo respiro.

"¿De cuando acá eres médico, Capipaleta?" le dijo el menor un tanto bufón, cruzándose de brazos, adoptando un porte casi paralelo al otro hombre.

"No necesito serlo para saber que debes seguir las ordenes médicas." Le dijo, achinando los ojos.

Tony rodo los ojos, haciendo que la sangre de Steve hirviera. No había cosa que podía molestarle más que cuando su hijo hacia eso. Su hijo...en los últimos dos días se había encontrado pensando en el menor como su hijo, a pesar de que aun el muchacho lo ignorara.

"¿Y qué vas a hacer si no, Padre América?" Refuto el muchacho, pero antes de que Steve pudiera reñirlo o darle la amenaza que todo padre de su época habría dado, un pequeño golpeteo en la puerta los pauso.

"Deberías de darle un respiro, Stark." Dijo la Viuda Negra, sosteniendo una pequeña canastita con flores y un globo con un alegre '¡Mejórate Pronto!' escrito en el. "Que sepas que Steve no se ha despegado de tu lado todo este tiempo."

"No sabía que ahora deseaba ser un Capichicle." Murmuro el menor, pero sonriéndole a la mujer. "Dime que vienes a librarme de este infierno."

"No veo como sea un infierno," Dijo sencillamente, sentándose al borde de la cama del joven. "Estas en tu propia torre, estas en una habitación que es mil veces mejor que algunos hoteles que he conocido, tienes un televisor para ver lo que desees, muy buena comida que por lo visto ni has querido tocar. De verdad, Stark, pareces niño berrinchudo."

"¿Solo viniste a regañarme?" Le dijo, viéndola con ojos achinados, "Nada de lo que dices es lo que quiero."

"Pero es lo que necesitas...menos el televisor." Murmuro el capitán, que si por el fuera ya le habría retirado ese único entretenimiento para ver si de esa forma enmendaba.

Por lo visto sus murmullos fueron escuchados, ya que la mujer le dio una sonrisa socarrona mientras que su hijo le fulmino con la mirada, para luego girarse a la mujer. "Deberías de llevártelo de aquí. Creo que intimida a las enfermeras."

Nuevamente el capitán simplemente suspiro, rogando mantener la calma. Era increíble como siempre la misma persona lograba hacerlo perder la cabeza.

Tener las visitas de los demás vengadores calmo al más joven de ellos, y por ende también al recién descubierto padre, especialmente al ver que Tony por fin accedía a comer.

Sabía que debía hablar, contar sus descubrimientos, pero temía la reacción del menor. No era un pequeño que necesitara la guía y amor paternal, pero tampoco era el adulto que proclamaba ser y esos dos conocimientos peleaban por encontrar mayor fuerza el uno sobre el otro.

Esa noche, Steve se encontró nuevamente sentado junto a la cama de Tony, quien pasaba los canales rápidamente con el mando mientras el trataba de concentrarse en su libro e ignorar los constantes bufidos y suspiros del menor.

"¿Oye, Capipaleta?" Dijo al final, haciendo que Steve hiciera un ruidito con su garganta, sin bajar su libro.

"¿No tienes nada mejor que hacer?"

El tono grosero del muchacho lo hizo suspirar, recordándose que era la forma de ser del muchacho...forma que no siempre le agradaba, pero no podía tampoco venir a exigirle de primas a primeras que las cambiara.

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