35. La familia que elegí

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— ¡Gohan! — gritaba Lime desde algún lugar en aquella isla solitaria.

Gohan no lograba encontrarla, buscaba desesperadamente por todas partes y cada vez sentía que se alejaba más de ella. Tenia miedo, sentía que su amiga estaba en peligro y su impotencia crecía con cada segundo que pasaba.

— ¡LIME! — Gritó el semisaiyajin enmedio del bosque, su corazón latía desenfrenadamente.

De pronto lo sintió, era el ki de freezer, sin pensarlo ni un segundo voló a toda velocidad hacia donde se encontraba. Allí estaba ese ser tan despiadado, riendo, una risa sádica, propia de un asesino desalmado, aquella risa que en su infancia le causó tanto temor, pero no fue eso lo que paralizó al semisaiyajin, Freezer estaba frente a él, tomando del cuello a Lime, estaba asfixiandola, su rostro lleno de sangre y moretones, con grandes heridas en sus piernas y brazos.

— Sueltala, maldito — exclamó Gohan transformándose en supersaiyajin fase 2.

— No hagas ningún movimiento imprudente o tu querida amiga morirá aquí mismo — advirtió Freezer, estaba en su última fase, la más poderosa.

— Ahora soy más fuerte que tú, puedo acabar contigo en un segundo, así que sueltala de inmediato — respondió el semisaiyajin, lucía amenazante.

— Ni con todo tu poder podrás salvarla, ella vendrá conmigo al infierno — aseguró el autonombrado emperador del universo. Seguido a aquellas palabras atravesó el corazón de Lime con su cola, quitándole la vida al instante.

— ¡LIMEEE! — Gritó Gohan, sintiendo el mundo derrumbarse a su alrededor.

Abrió los ojos, sobresaltado, estaba empapado en sudor y su respiracion era agitada. Enfocó su vista, se encontraba en su habitación, sentado en la silla de su escritorio. Todo había sido un sueño — debí quedarme dormido mientras estudiaba — pensó. Se frotó los ojos y se asomó a la ventana, allí afuera estaba su hermano persiguiendo una lagartija, parecía divertirse en grande.

Salio de su recámara y camino hasta la sala, allí estaba su madre tejiendo lo que parecía ser un suéter. Se quedó parado observándola, había discutido con ella, se sentía culpable por eso.

— ¿Te gusta? — preguntó Milk, levantando su tejido para admirarlo a distancia.

Gohan se sobresaltó, creyó que su madre no había notado su presencia — ¡Ah! Sí, por supuesto — respondió con torpeza, rascándose la cien.

— Me alegro, porque es para ti — respondió la mujer dándose vuelta para ver de frente a su hijo. En su rostro lucía una enorme sonrisa cargada de amor y calidez.

Los ojos de Gohan se llenaron de lágrimas, estaba haciendo un gran esfuerzo por no soltarse a llorar, aunque lo único que deseaba era correr, acurrucarse en el regazo de su madre y que ella acariciara suavemente su cabello, diciendo palabras de consuelo, tal y como cuando era pequeño.

Milk se levantó y caminó hasta él, tomó su rostro entre sus manos y limpió con delicadeza las lágrimas que habían escapado de sus ojos.

— Lo siento, lo siento mucho — dijo Gohan entre sollozos.

— Tranquilo, ya pasó — respondió Milk, envolviendo a su hijo en sus brazos.

— La extraño mucho — confesó el semisaiyajin, aferrándose con fuerza a su madre.

— Lo sé — respondió ella con suavidad, controlando sus propias emociones, tratando de calmar su tristeza.

Había pasado un mes desde que Lime se había marchado con sus padres. Se suponía que tan solo se iría un par de días. Tan solo asistiría al homenaje luctuoso que sus padres habían hecho para el señor Lao y después de eso regresaría a la montaña Paoz, para vivir con ellos. Sin embargo, después de un mes, no habían recibido más que una carta en la cual los padres de Lime, decían que ella se quedaría por unos días más.

En su ausencia || Dragón Ball ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora