🍒 Eight 🍒

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Ya era el día en el que ambos debían de regresar a Miyagi

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Ya era el día en el que ambos debían de regresar a Miyagi. Es así que en una de las calles principales de Tokio se encontraban Kageyama y Hinata despidiéndose de sus amigos mientras caminaban con dirección a la parada de autobuses.

—Vendrás a visitarme de nuevo, ¿verdad Shoyo? —preguntó Kenma mirando a su mejor amigo, quien se encontraba caminado energéticamente a su lado.

—¡Claro! Y traeré videojuegos para que juguemos juntos.

El de cabello teñido, sonrió al escuchar la propuesta del contrario y continúo con su caminata.

Por otro lado, Kuro hablaba con el armador de Karasuno entre susurros.

—¿Cómo te fue con Hinata y el lubricante que te preste? —Kuro miraba pícaro a Kageyama en busca de una respuesta.

—Esa es una larga historia que no planeo contarte, así que mejor no preguntes —dijo serio devolviéndole el tubo de lubricante nuevo disimuladamente, que el contrario guardo hábilmente en la mochila roja que portaba, sin que los más bajos se dieran cuenta.

Después de caminar por lo menos seis minutos, ambas parejas se despidieron y luego se separaron, siguiendo cada una su propio rumbo.

—Kageyama —llamó Hinata—, solo por curiosidad, ¿Por qué tenías crema analgésica en tu mochila, en primer lugar?

El armador se sonrojo un poco y desviando la mirada contesto a la interrogante que su lindo novio le había planteado.

—Cada vez que lo hacemos, a la mañana siguiente, tu despiertas y dices que te duele moverte o caminar, así que yo pensé, que quizás esa crema podría aliviarte. Pero al parecer las cosas no salieron como lo planeé —contestó apenado mientras una leve risa se escapaba de sus labios.

Sonido que no pasó desapercibido por el de baja estatura, sin dudas amaba cuando veía a Kageyama reír.

—Kageyama idiota —comenzó a reír mientras se abalanzaba con un salto hacia al antes mencionado.

Tobio lo sujeto entre sus brazos, dejando que el pelinaranja lo abrazara como si fuera un koala—Te amo —dijo el más bajo seguro, sintiendo como los brazos de Kageyama lo abrazaban con más fuerza, apegándolo a él—. Pero eso si, nunca vuelvas a confundir el lubricante de esa forma o te mataré —regañó a modo de broma.

Kageyama rió por el comentario de su pareja.

—No lo haré y para que sepas, yo también te amo, mandarina parlante —concluyó el de metro ochenta para acto seguido, besarlo, importándole poco lo que pensaran los demás, y finalmente subir al autobús que los llevaría de vuelta a su hogar.

🌹✨Fin✨🌹

Lubricant Mistake - KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora