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Caos.

Estaba destinado al caos.

Sin comunicación con la agencia y en un viaje que prometía ser su destrucción.

Desde el momento que se adentro al jet privado, sin saberlo, esa semana se convertiría hasta el momento una de las mas increíbles de su vida. No por lo lujos que el hotel más extravagante en Sydney daban, sí no por las horas que pasaba junto a Lucy en el penthouse entregándose una y otra vez al deseo, al placer, al darle riendas sueltas a los sentidos.

No habían secuaces ni problemas. Eran solo ellos dos, ambos cuerpos que comenzaban a decir lo que sus bocas callaban, y es que ya no era solo sexo, ese termino tomando un nuevo sentido cuando Lucy se mostraba más libre, como sí mostrara una faceta escondida, una diferente.

Y esa faceta lo tenia enamorado, embobado.

Los besos tomaron otro sabores, otros niveles que se convertían en dosis de la droga más mortal y gloriosa, sus arrebatos eran las secuencias más sublimes que podía ver y experimentar. Cada vez que terminaban agotados él impulsivamente en un principio buscada su cuerpo, luego ya fue por su voluntad propia. Su tacto, su piel rozando la suya era electrizante que sin necesitad de una brisa le erizaba la piel.

Y justo ahora en el balcón con tan solo un bóxer y una cerveza a medio tomar analizaba cada momento mirando al atardecer observaba las ultimas hileras anaranjadas daban el fin del día para dejarle el inicio de la noche a la luna, esa que confidente de sus enredos y cambios.

Bebe un trago largo, las pocas veces que tenia un respiro del embriagador sedante eran cuando su celular sonaba y tenia que ser contestado afuera de la habitación, ya las otras eran para comer o descansar, fuera de esas no había tiempo que no estuvieran juntos.

Pero fueron están ultimas horas qué tomaron peso convirtiéndose en un todo.

Cierra los ojos, toma un gran respiro y regresa hace un rato atrás, que luego de otra ronda bastante fogosa mientras creía que estaba dormida, Lucy se acurruco en su cuerpo como si fuera un gatito, uno con falta de amor, uno que se aferró a él y por la piel desnuda sintió sus lagrimas silenciosas.

No dijo nada, no podía. Temía espantarla y huyera cerrándose, así que con suavidad la yema del dedo pulgar acarició su cicatriz, la que estaba en la espalda a la altura del hombro. Las lagrimas salían con fluidez hasta que se volvió a dormir, no se separo de ella ni un centímetro.

No fue hasta poco que se levanto por las inquietantes pesadillas que lo acosaban regularmente.

Sin saber nada de Erza y con el traidor de Hibiki su mente generaba escenas atormentándolo cada vez que el sueño lo vencía. Es que sabe que él tiene el poder de destruirlo si hablaba, si contaba que lo conocía, quién era y que hacia allí.

Sus sienes palpitaban al pensar en las veces que Lucy recibía una llamada y en cuanto cortará todo se acabaría.

El pecho se le hundía, le creaba una tensión que le revolvía todo su estomago. Una parte de él, en lo más profundo deseaba haber jalado el gatillo antes que Lucy lo hubiera detenido.

Las facciones en su rostro se contraen apretando la base de su cerveza con demasiada fuerza, llegando al punto que la estrella contra la pared lateral lanzando una maldición.

Deseo no haber aceptado. Deseo no haberse interesado en Lucy. Deseo con todas sus fuerzas tener el control de su vida de vuelta.

—¿Pero qué ha pasado?—. Aparece el centro de sus pensamientos y problemas y en cuanto alza su vista para verla tan preciosa con el cabello revuelto y con una de sus camisas detona la verdad, lo que desea es que jamás se enteré, que jamás lo dejé —Tienes una cara que espantas, ve a ducharte que en un rato saldremos.

Pretty Face | Dark Soul  ~NaLu Fanfic~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora