EROS - odazai fic.

Segunda Parte.

Pisadas apresuradas, retumbaron por todo aquél callejón en el que se encontraban.

—¿Más refuerzos? —Pensó. Pero no era así, no era eso. A no ser que estuviera en peligro, su habilidad se hubiera activado de la nada, advirtiéndole del peligro que proseguía.

Se percató que eran refuerzos, sí, pero eran sus refuerzos, los de la Port Mafia. Y sabía perfectamente quién estaba detrás de todo ese susodicho plan y para él, broma de mal gusto.

—O-oda—san. —uno de los jóvenes hombres le llamó la atención. Inmediatamente el hombre perfiló su mirada junto a la del otro, esperando una proveniente respuesta.

El joven se quedó estático por unos segundos. El color azul marino de sus ojos lo estaba poniendo completamente nervioso, podía asegurar incluso que su piel de gallina se lució, pero retomó la compostura, tragando grueso. —Dazai-sama... Nos ordenó que—
No acabó de terminar de hablar que ya el mayor había contestado. —Lo sé. —descaradamente interrumpió el habla del otro. —Volvamos. —les dió la espalda a todos los demás, aún con su cigarrillo en sus labios, inhalando del humo y exhalándolo no mucho después, la mano sobrante estaba en el bolsillo de su abrigo.

Por el contrario, los demás, yacían completamente atónitos al darse cuenta de laescena de la masacre que tan solo un hombre había cometido... Ciento y pico de hombres habían sido asesinados en tan solo alrededor de unos 10 minutos, si es que no era menos. Era completamente un récord. Jamás se hubieran imaginado que el que había sido alguna vez, el recadero de aquella organización ilegal de habilidades sobrenaturales, estaría en la principal mira de los enemigos, incluso él antes de que el mismísimo jefe, puesto a que era mil veces mucho más peligroso que el mismo, y eso gran parte de los aliados lo sabían con suma certeza.

Los rumores decían demasiadas cosas sobre la mano derecha de Dazai.

Uno. Que era cuestión de poco tiempo para que derribara al mismísimo para proclamar el trono.

Dos. Que solo era un infiltrado, cuyas intenciones no eran para nada sanas dentro de la mafia.

Y tres. Que tenía alguna extraña clase de relación con el supremo. Oh, aquello era lo que más oía de las bocas ajenas. Sin enbargo, si se le diera la opción de solo negar dos opciones y aceptar o confirmar tan solo una, la tercera lo era sin duda alguna.