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La campana resuena por todo el instituto, ¡al fin puedo ser libre de este día de escuela!, no hay nada mejor que irse a casa después de un atareado día como alumno, para mi buena suerte no han dejado tareas que deba hacer, solo gorras algunos cuadernos, lo cual resultaría fácil de hacer.

Camino por la cera del estacionamiento, miró la hora en mi teléfono, es algo temprano aún, tal vez pueda ir al pueblo a conseguir las libretas y el material con lo que podría forrar mis cuadernos y no sé, tal vez comer algo.

- Sabes. -

-¡Ah!. -

- Wuo, te asustas muy fácilmente. -Me dice Yami apareciendo de repente a mi lado. - ¿Acaso no tienes tu conciencia limpia?. - Me pregunta burlón.

- ¡¿Serás idiota?!. - Grite molesto. - ¿Cómo se te ocurre hacer eso?, ¡casi me da un infarto!. -

- No tengo la culpa de que tu mente esté tan sucia, con razón te asustas fácilmente. -

Bufé molesto y apresure mi caminata. Definitivamente lo dejaría atrás, no quería ningún tipo de interacción con él, ya bastante tenía con un día lleno interrupciones que me costaron una clase.

"Evitalo" pensé.

No se que en momento deje de escuchar su voz, volví a mi teléfono donde tenía un mensaje de texto de papá.

«Procura obedecer a tu abuelo.
No salgas a tan altas horas de la noche.
Se buen niño.
Te quiere, papá.».

Sonreí un poco, papá siempre a sido muy protector conmigo y le agradezco en parte por querer hacer lo mejor para mi, sin embargo a veces pienso que me hace demasiada falta debido a que se la pasa todo el tiempo en su trabajo, ni siquiera en fiestas festivas lo puedo ver al menos hasta el mes de diciembre.

-¡CUIDADO!. -

Iba tan ensimismado en mis pensamientos que no me di cuenta cuando sentí una enorme ráfaga de aire atravesar todo mi cuerpo, mi teléfono salió volando a alguna parte mientras yo caía al suelo, al mismo tiempo escuchaba el sonido de una llantas rechinar ruidosamente y después un golpe de dos metales chocando se entre si, y finalmente a una bulliciosa multitud preguntando si estaba bien, si me había lastimado o si tenía alguna herida debido a que había esquivando a duras penas el auto que intentaba frenar y que se estampó contra mi auto.

-.... -

- Parece ser que estas bien. - Me dijo el doctor después de un chequeo con profundidad.

-¿Estas seguro Víctor?. - Le pregunta mi abuelo a su mejor amigo quien era médico cirujano. - Solo para estar seguros, revísalo otra vez. -

Víctor ríe y niega.

-Es la cuarta vez que lo reviso, Salomón. -Dice mientras me mira. - Yugi esta bien. No le ocurrió nada más que simple raspones superficiales. -

- ¡P-pero...!-

- ¡Abuelo.! - Lo llamo con voz calmada, sostengo la manga de su camisa jalando la unas tres veces llamando su atención a como esos tiempos donde era un niño. Mi mayor voltea verme, aun con esos ojos preocupados. - El doc dijo que estoy bien, por favor, vámonos a casa. -

- ¿Lo ves?, incluso tu nieto está de acuerdo con su diagnóstico, así que los daré de alta. - Dijo el doctor mientras una enfermera se le acercaba con una tablet y mientras tecleaba el doctor comenzó hablar de nuevo: -Por cierto muchacho, ¿cómo dices que fueron las cosas con ese accidente?. - Preguntó mientras yo me reincorporaba. - Por lo que sé, me dijeron que estuviste a un pelo de gato de ser arroyado por una camioneta, dime, ¿cómo lograste burlar a la muerte?. -

Un escalofrío recorrió mi espalda con la última palabra.

"Muerte", sí, yo estuve apuntó de morir, y como dijo el doctor "por un pelo de gato" estoy vivo y todo fue gracias a...

- Un compañero de la escuela salvo mi vida. - Dije recordando cómo Yami tomaba mi brazo y me jalo hacia él con brusquedad, quitandome del camino en tiempo récord antes de que me arroyara la camioneta.

- Pues gracias a Dios que tu compañero estaba ahí. - Dijo con alivio mi abuelo. - Quién sabe que hubiera pasado si él no estaba ahí, ¡Ay!, ¡ni si quiera quiero imaginarmelo!.-

- Pues yo pienso que tu ángel de la guardia te salvo. - Me sonríe el doctor mientras me entrega una paleta de sabor cereza. - Toma, para el susto. - Me guiña el ojo. - He de irme, mi trabajo a terminado aquí. - Seguidamente el doctor se va, no antes de decirle a mi abuelo que lo acompañara afirmar algunos papeles y decirme a mi que lo esperara en recepción.

Toma mis cosas, me deshago de la envoltura de la paleta para después saborearla con gusto e irme a donde mi abuelo me dijo mientras lo hacía, saque nuevamente el aparato, aquel objeto que casi hizo que perdiera la vista por andar viéndolo.

Y puedo ver que la pantalla esta cuarteada, atraviesa toda la pantalla pero aun así funciona, que es lo único que me importa.

- Por esas razones es que te accidentas. - Mi teléfono es arrebatado de mis manos y unas manos pálidas ahora tiene el aparato mientras el chico enfrente de mi me ve con atención y preocupación. -¿Qué dijo el doctor?. -

- Estoy bien, no me paso nada mas que los raspones en mi rodillas.- Explicó mientras Yami me entrega el teléfono.

-Procura no mirar tanto tiempo tu mierdecilla de aparato y más si estas en la calle o en público, puede ser peligroso. - Me regaña. - Casi pierdes la vida hoy, ¿qué sucederá mañana?, ¿te intentará atacar un perro?. -

- Qué gracioso. - Digo con sarcasmo. Guarde mi teléfono y después lo mire a él. - Por cierto. - Llame su atención. - Gracias por salvarme. -

Yami se me queda viendo unos segundos que se convierten en minutos y puedo jurar que hasta los minutos se volvieron horas, pero no, solo era el efecto de la mirada de Yami hacia a mí.

Finalmente, él coloca su mano fría en mi cabeza y después la acaricia mecánicamente, como si se tratara de un robot, incluso cuando se dio cuenta de su gesto, retiro su toque rápidamente.

- Tengo que irme. - Me dijo. - Te veré después. -

Minutos más tarde mi abuelo y el doctor volvieron aparecer enfrente de mi.

- Hay que irnos a casa. - Me dijo mi abuelo.

-Bien. -

*Continuará...

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