Capítulo 11

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Cómo sabes cuando estás en uno de los peores días de tu vida, basas tu clasificación según el nivel de tristeza, enojo o frustración o simplemente son una serie de eventos desafortunados. En ese día la suerte no figuró, tomó una vez malas decisiones porque su vanidad rompió la estrategia que estaba funcionando a la perfección, resolvió tentar al destino desde el momento que eligió acudir al concierto de rock. Es que no podía tirar su vida por la borda, era una mujer bella con ganas de ser divertirse, no podía sacrificarlo todo por un hombre.

Tal vez ir al concierto no fue el problema, tal vez el fallo incidió en soltar la lengua cuando le decía a Vegeta que estaba celoso y que sentía cosas por ella. El alcohol le dio valor, está sobria pero la relajó de tal manera que no midió el impacto de sus comentarios. Decirle que la insultaba para engañarse a sí mismo porque le gustaba, eran cosas que pensaba pero que debían quedarse en su mente y no externarse.

Quería darse de topes contra la pared, por perder todo el avance en las últimas semanas. Sin olvidar el hecho que la sorprendió cantando animadamente una melodía que fácilmente el orgullo del saiyajin lo hizo creer que era para él, bueno tal vez en alguno que otro verso se le cruzó por la mente dedicarle alguna frase, sin embargo solamente se debía a que su malestar estomacal no cedía y para colmo inició su periodo, así que estaba sensible y emocional.

Se preguntaba cómo empezó todo, en qué momento se encaprichó con el saiyajin y cuándo fue que se propuso tener algo con él. Vagamente extrañaba al Vegeta que se quedó por primera vez en la Tierra, ese guerrero que se mantenía al margen de la convivencia, el que se prestaba para conversaciones sencillas y que se notaba inexpresivo. Cuando volvió del espacio en todo instante se le notaba de malhumorado, más violento y agresivo.

------------------------------Flashback-------------------------------

Buscar un gato por toda la Corporación Cápsula era como buscar una aguja en un pajar, dos días seguidos no tocó su comida ni jugueteó con su padre. Habría sido de utilidad ponerle un rastreador para detectar en qué parte de la casa se escondía, era un gato tan miedoso que jamás se le ocurría dejar la seguridad de la mansión. En vista que la búsqueda sería larga se colocó un par de audífonos para amenizar el tiempo, sabría que con ellos no podría escuchar al gato pero no le importó.

Desde que era una adolescente no subía a la torre de la casa, allí recordó sus juegos y lecturas de infancia mientras revoloteaba todos los espacios, en sus memorias también aparecieron bellos momentos con Yamcha, su primer amor, con quien pasó varios momentos románticos, hasta su primera vez con él fue en ese lugar. Ahora su ex novio estaba en el otro mundo y pronto lo traerían de vuelta a la vida. Sonreía mientras que la nostalgia se apoderaba de su corazón.

Distraída se giró para toparse de frente con la mirada de Vegeta.

-¿Estás sorda o qué? –la reprendía.

-¿Qué? –preguntó Bulma quitándose la diadema de los auriculares con una mano.

-Nada –se molestaba Vegeta con su mirada penetrante y en una posición firme.

-Busco a un gatito negro, ¿de casualidad lo has visto? –Le preguntó, no contenía los nervios y sin querer apretó el control remoto del sillón-cama de la torre.

-No –respondió al tiempo que el sillón desplegable empujaba a Bulma a su pecho.

La primera ocasión que lo tenía tan cerca, cuerpo a cuerpo observaba intrigada en sus profundos ojos oscuros, nunca le pareció un hombre mal parecido pero así de cerca, sintiendo su calor y respirando su olor le hizo despertar una pequeña chispa en su estómago. Hasta que el saiyajin la sacó de sus pensamientos.

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