Capítulo 17

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Perdonar, qué fácil era pronunciar la palabra y qué complicado superar la decepción. En diez días su mente se debatió entre dejar ir o perdonar, superar o dejar pasar todo lo que sentía por el padre de su hijo. A su manera Vegeta le había confesado el gesto heroico que tuvo cuando cayó al mar bajo la influencia de estupefacientes, era un secreto que solamente su hermana conocía, no se atrevió a contarlo ni a sus padres. Recordó que antes de ser arrastrada por una enorme ola miró un intenso destello de luz, ahora sabía quién provocó la luz. Hasta revisó los registros de movimientos telúricos en zonas cercanas para descartar que la ola gigante fuera un evento natural y no que Vegeta estuviese implicado.

Miles de ideas revoloteaban en su cabeza, incertidumbres, sentimientos y emociones. No podía enfrentar directamente al saiyajin para aclarar las dudas que le rondaban. Pero siendo una mujer tan brillante le llegó la solución en un chispazo de iluminación: "las cámaras de seguridad". Su padre siempre insistió en respaldar por lo menos tres años los videos de las cámaras de seguridad, ella por su parte insistía en que era un desperdicio de memoria en los archivos. Ahora quería salir corriendo a besar y abrazar a su progenitor para agradecerle tan prudente decisión.

Tecleaba como desesperada los códigos y fechas aproximadas, no sabía por dónde empezar. Se le ocurrió iniciar revisando las cámaras de los pasillos el día que sus padres se fueron a las Islas Tropicales y ella se quedó en casa por su enfermedad estomacal, ese día que creyó alucinar al saiyajin velándole el sueño. La decepción se hizo presente conforme adelantaba las grabaciones, no se veía ni rastro de Vegeta entrando en su habitación hasta que después de las seis de la mañana la silueta del cabello de punta salía con sigilo. Eso la hacía suponer que entró por el balcón y salió por la puerta.

Con el corazón latiendo en su máxima potencia, buscó otro acontecimiento: el duelo de Yamcha y Vegeta, no recordaba la fecha exacta pero le tenía sin cuidado pasar la noche en vela revisando todas las grabaciones. Lamentablemente las grabaciones no incluían sonido, ni sabía leer los labios para descubrir qué duelo verbal tuvieron los guerreros para disputarse el derecho a pedir su mano.

Al final de su investigación las conclusiones que sacó revisando las cintas le hicieron sentir una energía singular de punta a punta de su cuerpo. Descubrió que Vegeta siempre que podía la observaba o la seguía en el tiempo de noviazgo con Yamcha; encontró que como se lo dijo el lobo del desierto, los estuvo saboteando.

Era imposible no amarlo después de conocer la verdad, él tenía unas formas muy particulares de demostrar afecto y pese a todo se mostraba como una persona leal. De pronto pudo perdonar su partida al espacio, la falta de interés hacía Trunks y los errores en batalla cuando dejó que su enemigo se perfeccionara.

Esa mañana lo tenía allí en su cama, sin que le pidiera quedarse él decidió pasar la noche en su habitación, dejó que lo abrazara. Quién iba a pensar que debajo de ese costal de músculos poseía un caluroso corazón escondido tras una capa de hielo, un hielo que ella estaba dispuesta a derretir aunque le llevara años.

-Buen día mamá ¿me cortas el cabello? –saludó Trunks abriendo la puerta sin previo aviso.

-¿Qué tu madre del futuro no te enseñó a tocar? –le respondió Vegeta enfadado sin moverse de la cama.

-Lo siento, no pensé –se sonrojaba Trunks saliendo de la habitación al ver a su padre y madre desnudos.

-Claro Trunks –le respondía Bulma conteniendo la risa bajo las sábanas -Después del desayuno te ayudo con eso.

-Gracias mamá –le dijo su hijo con aire abrumado desde fuera de la habitación.

-Maldito mocoso –gruñía Vegeta.

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