Memorias divinas ✵ Loki

Capítulo 6 - La lealtad de Lady Sif

CAPÍTULO 6

LA LEALTAD DE LADY SIF

Loki querría poder haber dicho que luchar contra Odín fue satisfactorio, pero nada estaba más lejos de la verdad.

Le tomó cada pieza, cada parte de su voluntad obligarse a mirar al viejo rey a los ojos y dar el primer golpe con su magia. Y Odín se defendió, vaya que sí, pero como un ser agonizante lucha contra la muerte que sabe que no puede ser evitada. Tal como Loki había luchado por respirar, allá en Svartalfheim.

Quería vengarse, por él y por todos, por cada cosa que las leyes de Asgard habían destruido, por cada mentira, cada engaño, cada tramoya, cada pizca de codicia. Por aquel niño en Jötunheim que tal vez hubiese estado mejor muerto tras la batalla, en lugar de ser incluido en una familia de mentira.

Ni siquiera Frigga, al final, se había quedado con él. Incluso si él hubiese permanecido en Valhalla, por ella, la reina tenía un plan mayor, un plan con Odín. ¿Reencarnar para encontrar el amor de nuevo? ¿Qué era Loki, entonces? Claro que lo sabía. A pesar de las sonrisas, los abrazos y demás mentiras endulzadas, él no era capaz de darle retribución por el amor que había recibido—supuestamente—de parte de ella. Al final, ella elegía a Odín antes que a Loki, y tenía perfecto sentido. Dos veces había muerto ella para él, después de esto.

Odín le hizo frente, pero aunque una vez había sido el más poderoso de todos y la magia se doblegaba ante su mera voluntad, Loki tenía un aliciente más fuerte. Rabia y deseo de venganza se arremolinaban en su interior por partes iguales hasta volver toda su visión roja como la sangre. Su mano no tembló, aunque estuvo a punto de ceder en cada golpe, cada hechizo, hasta drenar tanta energía del rey que sus párpados temblaron bajo el cansancio. Lentamente las defensas de Odín fueron mermando, hasta que, una segunda vez en la vida de Loki, lo vio caer rendido sobre las escaleras, en el tan famoso Sueño de Odín que lo convertía por un tiempo en una presa fácil.

De ahí todo fue simple, tanto que casi parecía una mentira. Fue simple tomar Gungnir y reclamar su poder, fue simple llevar Odín inconsciente al Bifrost y obligar a Heimdall a punta de lanza a abandonar su puesto o morir. Si había vencido al Padre de Todos, ¿qué tenía que hacer el Guardián de los Mundos contra él? El dios de ojos dorados desapareció y Loki no se molestó en seguirlo. Ya luego lidiaría con su disidencia, cuando se hubiera encargado de Odín y su destino.

Sabía que no podía matarlo—jamás había estado en sus planes—pero eligió el mundo en el que sería, como Thor lo fue en su momento, sólo uno más. Le robó sus poderes, al menos los más destacados y amenazantes, y lo dejó dormido a la puerta de un asilo, con una carta explicando una rebuscada aunque creíble historia. Puso un hechizo entretejido en ella para que nadie hiciese preguntas, le negase la entrada ni exigiese un pago. Tardaría sus buenos años humanos en despertar.

Luego de observarlo por un doloroso minuto para memorizar su apariencia y tal vez decir un mudo adiós, utilizó Gungnir para volver a Asgard sin requerir la ayuda de nadie en el Observatorio del Bifrost y volvió al palacio bajo un manto de invisibilidad. En las cámaras de Odín tomó su forma, replicando hasta el último de sus cabellos, y esa figura se volvió su realidad de ahí en adelante. Si era feliz, no se atrevió a cuestionárselo. Era rey, y ya.

× × ×

Thor le hizo la vida sorprendentemente fácil al renunciar al trono e irse de aventuras, y una cierta satisfacción envenenada suavizó la rabia de Loki cuando vio que aún lloraba su pérdida. No lo suficiente, tal vez, no tanto como Loki hubiese querido, pero tampoco podía pedir demasiado. Heimdall estaba resguardado en las partes salvajes de Asgard y sabía esconderse bien del escrutinio de Loki, pero como no causaba ningún problema inmediato lo dejó estar. En su puesto colocó a un hombre llamado Skurge, de conocida reputación (no específicamente buena, pero sí fiel), al que le encargó una sola simple tarea además del trabajo básico de abrir y cerrar el Bifrost: que le avisase si Thor llegaba, para preparar un ambiente similar al que Odín mantendría.