O5. Anillo de guerra.

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Aún con la adrenalina recorriendo su cuerpo, acomodó su camisa un poco en un vago intento por disipar sus nervios

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Aún con la adrenalina recorriendo su cuerpo, acomodó su camisa un poco en un vago intento por disipar sus nervios. Sus piernas no paraban de temblar en todo el camino hacia el comedor real. Tuvo que detenerse en varios pasillos para preguntarle a uno que otro guardia por donde debía dirigirse con exactitud para llegar, y Jimin agradeció internamente que estos fueran mucho más amables que el par de alfas de hace un rato.

Realmente no había puerta para ingresar al lugar, sino una enmarcadura de madera rodeando la entrada. Con tres grandes respiraciones y sin detener sus pasos, se detuvo al estar frente a una larga mesa y bastantes puestos de los que en algún momento podría decidir.

Al final, en la silla más alejada de la entrada al lugar, se encontraba Min Yoongi, con una clara mirada de impaciencia plasmada en el rostro. Su piel se veía más limpia, sus cabellos permanecían mojados y no portaba la usual corona de oro que solía hacerlo resaltar; a diferencia de la última vez que lo vio, hacía unas horas, su ropa era diferente.

Intentando ignorar la filosa mirada del capitán de guardias que lo observaba de pie, a un lado de la salida, caminó hasta el líder y tomó asiento a su lado luego de dar una pequeña reverencia. Aunque claro, ahora tenía al pálido mirándolo con un evidente escrutinio.

-Creo que necesito saber, ¿Por qué me dejó encerra... -Su tonto intento por quitarse de encima la pesada mirada del rey a su lado, se vio cortado cuando la gran y pálida mano se levantó, ordenando silencio en una señal muda. Jimin no estuvo del todo a gusto con ello, pero decidió escuchar lo que el contrario tenía para decir.

-¿Yo puedo saber qué le sucedió a tu cara? - el alfa miraba atentamente los cortes que hasta ahora brotaban un poco de sangre.

-¿Por qué dejarme encerrado en ese lugar cuando un pequeño análisis solo toma algunos minutos? - contraatacó el omega, cruzando sus brazos sobre su pecho para ocultar las evidentes razgaduras en su ropa.

-Porque así lo quiero. Ahora responde a mi pregunta.

Yoongi no tenía ni una pequeña idea de qué pudo haber pasado, pero las heridas fueron más que intensionales, por lo que podía llegar a notar. Ver el rostro cortado y golpeado del pequeño le causó un extraño revoltijo de emociones que no supo cómo interpretar.

Repentinamente, la personalidad llena de seguridad del Omega cayó durante unos segundos, su orgullo se vio por los suelos mientras Yoongi escuchaba los inentendibles balbuceos del menor al intentar justificarse.

El cuerpo de Jimin dio un escalofrío cuando una mano se posó sobre su hombro, apretando este con más fuerza de lo que se podía considerar normal. La misma mano que hace poco estuvo torturandolo. La misma mano del hombre que corrompía la tranquilidad de un reino entero.

De repente, toda duda y todo temor desapareció.

Por un lado, amaba a sus abuelos, y consideraba algo egoísta no pensar en su seguridad antes de tomar decisiones. Consideraba algo sumamente egoísta dejarse llevar por su espíritu justiciero, pudiendo perjudicar a los dos maravillosos seres que habían sabido amarlo. Y por otro lado, callar todo lo que sabía, todas las pruebas que tenía para hacer pagar a los culpables, significaría el sufrimiento de familias completas, el sufrimiento de niños y adultos, omegas, betas y alfas por igual.

Daechwita | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora