2 | Dulce Hogar

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- ¿Verona?- Sentí dos manos sacudiéndo mi cuerpo- Despierta, ya vamos a aterrizar.

        Franky trataba sin ningún logro de despertarme. No podía creer que había dormido placidamente casi todo el viaje, solo con dos exepciones para ir al baño.

        Me sentía relajada a pesar de no tener a donde ir al segundo que pisara un dedo en esta maravillosa tierra. Todo estaba tranquilo a mi alrededor. Franky también, cosa que me parecía extraña, pues me había demostrado ser una persona totalmente extrovertida hace unos momentos. No habíamos vuelto a hablar desde nuestra primera charla. Tampoco es que estaba esperando que me hable. De una u otra manera, nuestro vuelo estaba a punto de acabar y cada uno tomaría su propio camino.

Mi camino era encontrar a mi padre. Sin duda alguna. Cueste lo que cueste lo encontraría.

        Saqué mi teléfono de mi bolsillo y observé la pantalla. Me reí internamente al ver tres mensajes de Alice enviados hace diez horas.

"VERONA BACCELLINI, LLAMAME APENAS LLEGUES"

"NO TE OLVIDES DE LLAMARME!!!"

"LLAMAME CUANDO VEAS ESTO Y RECUERDA QUE YO NO PUEDO HACER LLAMADAS INTERNACIONALES"

"MALDITA IDIOTA" Ese último acababa de llegar, pero había sido enviado a la misma hora que los otros solo que no tenía señal. Quería llamarla en ese mismo instante y decirle cuánto la extrañaba, pero obviamente tenía que esperar a bajarme del avión y conseguir señal.

-¿Es tu novio?- comentó Franky con una sonrisa torcida en su rostro y cejas levantadas.

-¿Ah?- fue lo único que respondí por su pregunta tan fuera del lugar.

-Me refiero con el que te mensajeas- respondió como si estuviera hablando con una retrasada mental.

Oh.

-No...no tengo novio- hablé sicera- Es solo mi mejor amiga preguntando como va todo.

        Nose porque me sentí un poco avergonzada al soltar ese dato sobre mí. Era un un tema muy común y corriente. Solo yo y mis estúpidos pensamientos. No tenía novio ¿y qué? Tampoco moría por tener uno. Tenía cosas más importantes en que pensar.

        El sentimiento aún no se iba y mi incomodidad crecía cada segundo. Mi vida amorosa era algo de lo que detestaba hablar, ya que nunca tuvo éxito. Solo había tenido un novio en toda mi vida. Lo recuerdo perfectamente ya que fue el único. Lo conocí en el internado pero realmente nunca me había llamado la atención hasta que él se acercó a mí en el segundo semestre de onceavo grado. Se llamaba Daniel y era tremendamente guapo con sus enormes ojos azules y despistado cabello negro. Sinceramente me sorprendió mucho que él me invitara a salir, pero como cualquier adolescente emocionada acepté inmediatamente.

        Sin embargo, yo sabía que lo nuestro no iba a durar. Aún así disfruté cada momento con Daniel, mi única relación seria. Estuvimos juntos por un año y medio hasta que nos tuvimos que separar por nuestra elección de universidades. Fue muy duro para ambos. De todas maneras duró mas de lo que creí. A veces me encuentro extrañándolo y preguntándome que será de su vida. Me quedo recordando todos nuestros momentos juntos. Nuestro primer beso, nuestro primer baile, nuestra primera vez.

        Obviamente que no era su primera vez, pero sí era la mía, y él la hizo especial. En fín, él habrá sido mi única relación seria pero definitivamente he tenido unas cuántas aventuras en mi primer año de universidad, cosa que pienso seguir haciendo el siguiente y el siguiente y el siguie...

-¡Verona, amor!- la chillona voz de Franky me sacó de mis mas íntimos recuerdos- Ya hemos aterrizado. ¡Por el amor de Dios! Tú si que te quedas atrapada en tu mente.

VeronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora