Yo solo estaba impactada. Nunca en mi corta vida había visto algo así. Definitivamente, esto había valido la pena. Miraba a mi alrededor y todo derramaba dinero.
-No babees- rió Franky cerrándome la boca de forma intencional.
Esta casa era indescriptible, y no podía creer que iba a vivir aquí por un largo periodo de tiempo. Cuando puse mi primer pie en esta gigante casa, todo empezó a brillar. Las paredes tapizadas, pisos alfombrados, escaleras de caoba, todo en sí era asombroso.
-Verona, entra de una vez- murmuró Franky detrás de mí, ya que me había quedado en la entrada impidiendo el paso.
Entré completamente y ahí recién pude ver toda la casa en su mayor esplendor. Exactamente, eran cuatro pisos contando la azotea. El primer piso en sí era más grande que todas las casas en las que había vivido.
-¡Por acá!- gritó Nastasia interrumpiendo mis pensamientos llamándonos hacia lo que yo suponía era la cocina.
Caminamos por un largo pasadizo para llegar a la cocina, la cuál era enorme, pues tenía puertas y frentes bilaminados color blanco, innumerables armarios de madera dura en la parte superior, encimeras de mármol, instrumentos modernos de estilo clásico; tenía todo el aspecto y contraste de una cocina rústica italiana.
-¿Sorprendente?- dijo Nastasia sentada sobre el ilustre repostero ubicado en el centro de la cocina- Todos se quedan así cuando los traigo por primera vez, ya estoy acostumbrada a esas reacciones.
-Esto es mejor que sorprendente- dije irradiando felicidad por todos lados- Tus padres si que te quieren.
-¿Y los tuyos no?- rió Nastasia, pero yo solo me dediqué a ignorar la inquietante pregunta- En realidad, yo también me sorprendí cuando mi papá me trajo aquí para decirme que esta era mi nueva casa, nunca lo vi venir.
En ese momento me di cuenta de que Nastasia parecía ser de otro nivel socio-económico con mucho dinero en las manos de su familia, pero si eso era cierto, ¿por qué trabajaba como mesera si tenía todo el dinero del mundo en sus manos?
-¡Ya sé lo que estás pensando!- casi gritó Nastasia agitando sus manos en el aire señalando a su delantal aún puesto- ¿Es esto, verdad? Bueno, la verdad es que nunca me gustó depender de mis papás, por eso cuando vine a Verona decidí que eso hacía acabado, les dije que ya no mandaran mas ingresos y que yo me podía mantener aquí sola; ellos aceptaron a regañadientes pero no les quedaba otra opción.
Nastasia me sorprendía cada vez más. La veía como una figura muy madura e independiente tratando de vivir su vida al máximo. Parecía haber tenido una buena vida con una gran familia que la apoyaba en todo.
Suertuda, pensé.
-Inspirador ¿no es cierto?- bromeó Franky, lo cuál nos hizo reír a los tres juntos.
Nastasia se paró bruscamente y sacó algo de un cajón.
-Ahora Verona, eres dueña de esto- dijo Nastasia lanzándome un pequeño objeto plateado- Cuídalo con tu vida porque no tenemos réplica.
Agarre el objeto y al instante supe que era una llave, común y corriente.
-¿Esta llave es de...?- pregunté confundida mirándola
-De tu cuarto- comentó rápidamente- Sin ninguna ofensa, pero no le entrego a nadie la llave de la casa para evitarme problemas.
-No hay problema, pero- dije tratando de organizar mis ideas- Si quiero entrar cuando tú no estés, ¿qué hago?
-Oh , no te preocupes, Jericho te enseñará como entrar por la ventana- murmuró tranquilamente hasta que vio la mirada de horror que tenía en mi rostro y se retractó- ¡Descuida! Es fácil Verona, yo a veces me olvido mi propia llave y tengo que hacerlo.
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Verona
Teen Fiction¿Qué sucede cuando llegas a una ciudad totalmente desconocida con un propósito prácticamente imposible de cumplirse con tan solo dieciocho años? Eso mismo se preguntaba Verona al sentirse atrapada en los aires veraniegos de la mágica ciudad del amor...