The air that I breathe ≋ Bob Dylan x Donovan

III

- ̗̀❨la verdad❩─

    Bob se quedó estático.
Completamente callado, sin ninguna palabra en mente para excusarse y más ante la mirada seria de Donovan, que le hacía desarollar en él la idea de que parecía como si lo fuera a regañar, aunque al contrario, este mismo le había pedido fumar con él. Pero apenas tuvo consciencia de que habían pasado varios segundos en silencio, y luego habló con lo primero que se le vino a la mente.

    — ¿Droga? ¿Cuál droga? ¿De qué diablos hablas, que es eso?

    Donovan unió sus manos, suspirando con la mirada hacia el suelo y dejando que el tiempo pasara, se sentó lentamente al lado de su compañero.

    —Encontré eso en tu mochila.

    —Tal vez te equivocaste de mochila.

    —No, no lo hice; estaba en esa mochila azul marino con las palabras Little Richard escritas con marcador
—Donovan apuntó con cierta discreción a la mochila de Bob que estaba situada en una de las esquinas de aquella desordenada habitación. Fue allí cuando Bob se enfureció.

    — ¿Sabes qué? Vete, tengo una sesión de masturbación pendiente y no hay invitados. Vete.

    Bob se levantó, mirando hacía el pequeño espejo frente suyo, viendo su peinado propio de cualquier teddy boy mientras se desabrochaba el cinturón, a la vez viendo de reojo como Donovan era el que ya estaba azorado. Finalmente se fue, tragando saliva una y otra vez como un acto de notable nerviosismo mientras que daba pasos lentos hacía a la puerta. Apresuró su camino cuando se percató de la mirada de Bob, que daba ciertos aires de molestia por su presencia.

    —Esos malditos modalitos le han afectado el cerebro a este cabeza de árbol. —Comentó burlesco, aunque apretó los labios al darse cuenta que tenía exactamente el mismo peinado.

    Fue de vuelta a su cama y se acostó, no sin antes sacar una armónica de su buró y comenzó a tocarla. De nuevo, repentinamente, Donovan abrió la puerta.

    —Oh, ¡¿Qué quieres?!

    — ¿Tocas la armónica?

    — ¿No ves que es lo que hago?—Bob hizo un ademán, pero Donovan no se mostró enojado ni mucho menos triste. Él sonrió.

    — ¿Sabes dónde venden guitarras?

    — ¿Acaso quieres aprender? No creo que puedas.

    —De hecho sé tocar la guitarra desde hace mucho. No sólo eso. —Sonrío. Bob frunció el ceño. Prontamente, llegó la abuela de Bob y saludó de manera alegre.

    — ¡Chicos! Ya está la comida. Por cierto, he escuchado de lo que estaban hablando justo ahora. Bob, ¿Por qué no llevas a Donovan a la tienda de música que está por el cine después de comer? Vamos, alguien debe de acompañar a Dono a pasearse. Vengan, coman y después se van.

    El extranjero agradeció, mientras tanto, el otro apenas pudo dar una falsa sonrisa mientras murmuraba el diminutivo que su abuela le había puesto al otro muchacho. Dono, Dono. Pero sin más, obedeció a su abuela solamente en ir a comer, pero tras tantos comentarios sobre Donovan y de muchos intentos de convencer a Bob de que se fueran juntos a ir a la tienda, este finalmente acató la orden.

    Juntos fueron en la moto que Bob tenía desde hacía tiempo y aprovechó para molestar a su compañero, yendo a gran velocidad. Esto causó éxito en su plan, pues al llegar a su destino, Donovan apenas podía respirar.

    —Ya veo que te gusta mucho la adrenalina.

    —Más cuando estoy con gente como tú. —Le respondió Bob al otro, casi dando a entender su molestia con él.