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   Ambos chicos yacían acostados sobre el césped sintético que cubría toda la cancha de su escuela, mirando el cielo gris, pero despejado de Minnessota, las pocas nubes que lo adornaban eran arrastradas por el viento hacia  alguna otra parte creando un paisaje digno de admirar.

  —Me gusta ésto— habló Joan, ganándose la atención del chico que estaba a su lado.

  —¿A qué te refieres?— preguntó Bob, girándose para poder ver mejor a su amiga.

  —A todo supongo— dijo con simpleza y cerró los ojos para evitar más preguntas de su amigo ─. ¿Harás la fiesta?— cuestionó mientras recargaba sus antebrazos en el pasto y miraba todos los alrededores de la cancha escolar.

  —Claro. Podemos hacerla en la cabaña de atrás de mi casa, solo tendremos que limpiarla.

  —Bien. —Joan esbozó una sonrisa de oreja a oreja—. Pero, ¿Qué hay del chico que vendrá de quién sabe dónde?

  Bob arqueó una ceja, mínimamente desconcertado al no recordar al chico al que su ex novia se refería, hasta que luego de unos segundos, lo recordó.

  Sus abuelos solían aceptar estudiantes de intercambio cada año y alojarlos en la cabaña en la que sería la fiesta esa noche, pero no le importó mucho al dar su anticipada respuesta.

  —Ah, ese tonto no importa. —Bob se levantó con rapidez en cuanto escuchó el timbre que daba por acabadas las clases. Estaba contento de haberse saltado las últimas clases junto con Joan Baez, una de las personas más cercanas a él y al parecer la única que podía entenderlo a la perfección.

  Ambos tomaron sus mochilas y se dirigieron al auto de Bob, Joan tomo asiento en el lugar del copiloto y cuando el motor de auto rugió, el chico comenzó a conducir en dirección a casa de sus abuelos.

  Sus madre, al ser tan joven cuando se embarazó de Bob había decidido darlo en adopción en cuanto naciera, sin embargo sus abuelos lo impidieron y fue por eso que cuando tenía dos años y su mamá no pudo más, lo dejó con ellos por lo que técnicamente se convirtieron en sus padres.

  Cuando llegaron se dirigieron hacia aquella cabaña y entraron, confiados en que no habría nadie y así era, sin embargo, el lugar que en días anteriores se encontraba polvoso y sucio, ahora estaba casi reluciente por lo que solo esperaron a que la noche cayera para comenzar la fiesta y en vista de que nadie llegaba aún, Bob pensó que aquel chico que vendría de Escocia ese día, no llegaría hasta el siguiente.

  Con cada hora que pasaba, los jovenes con ropas extravagantes arribaban a casa de Bob, en donde una noche de fiesta desenfrenada los esperaba, con la música a tope y todo tipo de licores sobre la mesa, los chicos de apenas diecisiete años disfrutaban del ambiente que la agradable cabaña les proporcionaba.

  Por otra parte, el vuelo de Donovan Leitch se había retrasado algunas horas y aunque se suponía que el debía estar en Estados Unidos desde la tarde, eran las dos de la mañana y acababa de llegar al portico de la familia que lo iba a alojar.

  Los dueños de la casa no se encontraban por el momento, pero le habían dicho al chico que su nieto se encontraría allí, tocó el timbre y una chica rubia abrió dejándolo entrar.

  Le habían informado que se quedaría en un pequeño lugar en la parte trasera, por lo que se dirigió hacia allá dispuesto a descansar debido al pesado viaje, pero esa idea ahora parecía muy lejana, porque la pequeña casa que estaba reservada para su estancia, en esos momento era sede de una enorme fiesta.

  Sin más remedio, ni autoridad para detenerla se adentró con sus maletas en mano, tratando de esquivar a toda la gente que se encontraba dentro.

  Joan, quien a pesar de que se encontraba algo ebria, no pudo evitar notar al misterioso chico que entró con dos maletas y sin perder más tiempo se acercó hasta el pequeño sofá individual en el que estaba sentado.

  —No te había visto antes, ¿eres nuevo?

  El chico asintió y esbozó uns ligera sonrisa, haciendo que se formaran unos casi imperceptibles, pero adorables hoyuelos al rededor de sus comisuras. —Donovan Leitch— se presentó —. Vengo de intercambio... se supone que me quedaría aquí pero...bueno ya sabes, hay una fiesta.

  Joan sonrió de igual manera, y se dio cuenta de que ese chico adorable era a  quien los abuelos de su amigo habían dado hospedaje los próximos ocho meses, pero antes de que pudiera contestar algo el sonido de la música paró en seco y Bob entró por la puerta gritando enfurecido.

  —¿¡POR QUÉ DEMONIOS HAY UN JODIDO VASO AFUERA!? ¿QUIÉN LO AVENTÓ?

  Todos en el lugar se miraron con extrañez y a pesar de que la mayoría decidió ignorar los gritos histéricos de Dylan y seguir con lo suyo, hubo otros que se quedaron callados, viéndolo.

  —¿QUIÉN FUE? ¡NO ME IMPORTA QUIEN LO HIZO, SOLO QUIERO SABER QUIÉN LO HIZO!— lanzó furioso, obteniendo unas cuantas risas de parte de los demás.

  —¿QUIÉN SE VA A RESPONSABILIZAR DE ÉSTO? ¡NECESITO QUIEN SE HAGA CARGO O TODOS SE VAN A IR A LA MIERDA Y NO VOLVERÁN! ¿¡POR QUÉ ALGUIEN BOTARÍA UN MALDITO VASO!?

  —Yo te ayudaré a limpiar— se ofreció el chico de ojos verdes y a pesar de que Bob jamás lo había visto una mínima sonrisa se dibujó en su rostro.

   —Eso está bien— aseveró Bob dirigiéndose a la salida con una escoba y un recogedor, seguido por Donovan.

  En cuanto salieron, el viento nocturno impactó contra sus rostros, haciendo que el cabello algo largo y rizado de Bob se moviera.

  Ambos se agacharon para poder recoger los pedazos más grandes de vidrio y después limpiar los demás.

  Terminaron y Bob se levantó para después quedarse admirando el cielo nocturno salpicado de estrellas, al tiempo que un cigarrillo se colaba entre sus labios.

  —¿Eres el chico de Escocia, cierto?— habló Bob, girando su rostro y cayendo en cuenta de que a lado del sofá en el que aquel chico se encontraba sentado con anterioridad había varias maletas.

  Donovan asintió y soltó una pequeña risa.

  —La fiesta no terminará hasta dentro de unas horas y estoy seguro de que quieres dormir un poco, así que ¿por qué no duermes en la casa ésta noche y yo dormiré en ls cabaña?— ofreció casi sorprendiéndose a si mismo por su amabilidad.

  Donovan mostró una linda sonrisa de nueva cuenta, en cualquier otra ocasión se habría negado, pero se encontraba tan cansado que asintió y se despidió de Bob con un ademán de mano para después adentrarse en ls enorme casa que yacía frente a él.

The air that I breathe ≋ Bob Dylan x DonovanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora