˙·.˙·.˙·.˙·.˙·.┋.ᩴ ⃝⠈.ᩴ│-ˋˏೃ꒰➫ dónde un estudiante de intercambio se muda a minessota y comienza a tener amigos; pero entre todos ellos, está un misterioso chico con el cuál comienza a experimentar nuevas e inolvidables cosas.
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- ̗̀❨amigos particulares❩─
El pasar de los días transcurrió en su ciclo habitual, las noches parecían ser más largas, repletas de suspiros y sonrisas espontáneas. Había una maraña de preguntas en su cabeza. Ninguna tenía respuesta. La barrera más alta que una vez él creó para protegerse -quizás de él mismo- cayó haciendo un ruido ensordecedor. Tanta confusión le aterraba.
Cada madrugada de los últimos días fueron bastante extrañas. La noche, a veces era acompañada por su amiga Joan y el escocés en el que tanto pensaba inconscientemente, en ocasiones sólo el último se quedaba hasta tarde con él. Su comportamiento hacia él seguía siendo un tanto hostil, pero él era así por naturaleza. Eso no le molestaba al europeo, pues sabía que en el fondo le agradaba. Robert Zimmerman solía ser una persona difícil de tratar, pero una vez que lo conocías no era tan malo.
La luz platinada del satélite y la amarillenta que le pertenecía al foco redondo de su habitación le proporcionaba iluminación suficiente para las líneas que forma en una hoja de papel. Comenzó haciendo trazos al azar, hasta que poco a poco formaron ojos de rasgos singulares. Donovan. Aquellos ojos le pertenecían al escocés de nombre Donovan. De alguna manera lograba capturar todos sus sentimientos en aquellos orbes pues realmente se asemejaban a los que tenía él. Transmitían felicidad pero si los miras bien, tenían un toque melancólico.
Se encontraba en un estado de total concentración que apenas y escuchó el murmullo proveniente del radio, "Heartbreaker hotel", pero no la cantaba Elvis solamente, la voz de Leitch le acompañaba. Poco a poco se empezó a escuchar más fuerte hasta el momento que entró a la habitación.
—¡Bob, hola!
—Mierda.
La llegada sorpresiva del escocés le causó estupor a Zimmermann pues no lo esperaba, además que en reacción dio un pequeño brinco en la silla y trazó una linea que arruinaba el dibujo a su consideración. En realidad no queda tan mal, solo Bob siempre había una persona exigente consigo mismo.
—¡Mira lo que mis padres me han enviado! ¡Un radio! —Bob no dijo nada. Hace años que sus padres no le obsequiaban nada, hace bastante que ni siquiera escuchaba la voz de ellos o recibía una carta—. ¡Es un radio!
—Genial —exclamó, porque en verdad le parecía genial y la emoción del muchacho le causaba ternura, todo él en general le causa ternura. Pero no lo demostraba.
—Quería mostrártelo para escuchar algo juntos— sonrió.
—Yo ya tengo mi propio radio.
—Lo sé, pero el mío se escucha mejor y tiene mayor alcance. No estoy presumiendo, Bob, sólo quiero que pasemos un buen rato juntos.
Bob asintió, intentado guardar el dibujo que hace unos minutos comenzó sin que Donovan lo notase.
