¿Quién te gusta? || TsukkiYama

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Cuando Tsukishima se enteró de que Yamaguchi tenía a alguien que le gustaba, su corazón, extrañamente, dio un vuelco incómodo. Después aquella sensación se fue haciendo una costumbre, cada vez que, Tsukishima era consciente de aquel suceso, algo extraño pasaba con su pecho. Era tan molesto, que, lo único que podía tranquilizarlo un poco era correr.

Fue entonces cuando Karasuno descubrió aquel nuevo hábito, para nada común, en el rubio.

Yamaguchi fue el primero en preocuparse – como siempre-, y dejándose llevar por su impulso, se acercó a Tsukishima una tarde, para preguntarle qué era lo que sucedía.

- Te noto extraño Tsukki, ¿Paso algo?

El mencionado le miro por encima del hombro, estaba ocupado bebiendo su energizante cuando el pecoso se le puso a un lado, demandando una explicación.

Y es que, a parte de su nueva adicción a la velocidad, Tsukishima ya no le prestaba tanta atención a Yamaguchi como antes. Y no es como si antes estuviera muy al tanto de su presencia, pero al menos Yamaguchi podía soportar esa frialdad de parte de su amigo, sin embargo, ahora era distinto. Tsukishima ni siquiera le pedía que caminaran juntos a la estación, siendo que antes, incluso lo esperaba una hora entera solo para que ambos se aseguraran de que el otro llegara a su destino sin problema.

- ¿Por qué iba a pasar algo? – responder una pregunta con otra pregunta era estúpido y Tsukishima lo sabía mejor que nadie.

- Solo era curiosidad- dijo Yamaguchi agachando la cabeza- me alegra que nada te pase.

Yamaguchi miro a Tsukishima regalándole una dulce sonrisa.

¿Así que esto es lo que esa persona puede ver?

Es decir, era esa sonrisa hermosa, la que seguramente podía cautivar el corazón de quien gustaba tanto a su amigo.

Iba a ser imposible que Yamaguchi fuera rechazado y es que Tsukishima no era tan cabrón como para desear que así fuera.

La calidez en su pecho esta vez fue distinta.

Agradable.

- Yamaguchi- Tsukishima le tomo de la mano para detener su andar, cuando Yamaguchi se dio media vuelta camino a la salida del gimnasio.

- ¿Mm?

¿Desde cuando fue que Tsukishima empezó a creer que Yamaguchi era bonito?

O peor aún, ¿Cuándo creyó que ellos dos se verían bien juntos?

A Yamaguchi seguramente le gustaría una chica linda y tierna como Yachi, si, la rubiecita enana era monísima y, aparte, muy expresiva. Era eso lo que Yamaguchi necesitaba en su vida, una chica que pudiera ayudarlo a salir de su zona de confort y explorar nuevos panoramas. Esos panoramas que los adolescentes suelen descubrir cuando se enamoran e ilusionan.

- Suerte- fue lo único que Tsukishima pudo decir.

¡Y eso carecía totalmente de sentido!

Pero a Yamaguchi pareció no importarle o simplemente era que cualquier cosa que saliera de la boca de su tan admirable amigo lucía genial.

Claro. Le había deseado suerte para que cuando llegara el momento de confesarse a esa persona especial, todo saliera viento en popa.

Ya luego Tsukishima se encargaría de pegar los pedacitos de su pequeño enamoramiento, con muchas vueltas alrededor del parque que estaba en el fraccionamiento de su casa.

Tsukishima creía que haberse enamorado de Yamaguchi era sin duda algo increíble, porque, aunque no pudiera tenerlo a su lado como pareja, él chico de pecas siempre andaría merodeando a su alrededor, como un eterno y fiel amigo.

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