ENCUENTRO DESAFORTUNADO

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CAPÍTULO 1

ENCUENTRO DESAFORTUNADO

El centro comercial estaba a reventar. Las fiestas decembrina se acercaban y todo alrededor era un caos por el mar de personas que deambulaban por las tiendas buscando el regalo perfecto. Bolsas grandes, medianas, pequeñas; todos los tamaños se apreciaban y balanceaban con cada paso que sus dueños daban.

Un enorme pino se encontraba justo entre las escaleras eléctricas rodeado de bellas luces de colores y adornos, invitando a todo el que pasaba a mirarle. Ya sea de subida o de bajada, los consumidores tomaban fotos para inmortalizar la ocasión. Alrededor todo gritaba "Navidad" y la alegría se respiraba por doquier.

­­—Hoy tendremos mucho trabajo Saijo kun, ¿sabes qué significa eso? – preguntó Taniguchi sonriente.

—¿Más ganancias por comisión? – respondió emocionado el azabache.

—¡Cada día te vuelves más listo chico! – dijo el hombre que acomodaba las corbatas en el aparador — Si llegas a ver a alguien con dinero, no dudes en venderle todo lo que encuentres, ¿oíste?

—¡Sí señor! – respondió Takato levantando la mano y saludando cual soldado, para posteriormente seguir colgando los trajes.

—Hablando de dinero... mira a ese Alfa que acaba de entrar – dijo señalando con los ojos al imponente sujeto. Que de inmediato llamó la atención de los otros clientes y empleados del lugar.

-¿Cómo sabes que es un alfa?- preguntó aún sin mirarle, concentrado en su labor.

-Solo échale un vistazo y los sabrás – respondió de inmediato el gerente.

Al instante el chico volteó a verle. El tipo en la puerta era muy alto y aunque la ropa invernal cubriera su cuerpo, se podía apreciar que debajo de todas esas prendas había un muy buen y tonificado cuerpo. El rostro tampoco se quedaba atrás, su quijada fuerte y enmarcada le hacía lucir muy atractivo y dominante.

Takato comenzó a sentirse nervioso con la presencia de esa persona y más lo estuvo cuando sin querer hizo contacto visual con esas orbes doradas que parecían que en cualquier momento lo devorarían. Por lo que en un acto reflejo volteó la cabeza para terminar con ello, acto que de inmediato se reprendió pues podría ser tomado como una grosería hacia el cliente.

—Rayos, la he liado – dijo frunciendo la nariz.

—Un poco, así que ve y atiéndelo como se debe, ¡Ah! y solo recuerda "comisión, jugosa comisión" – dijo subiendo ambos puños en señal de ánimo.

Takato tomó aire, acomodó su uniforme y avanzó hacia el sujeto que parecía le estaba esperando con una mueca en el rostro que no pudo descifrar de qué era.

—¡Buenas noches! Bienvenido a "Signore", ¿en qué puedo ayudarle? – preguntó amable y con una sonrisa en su rostro tratando de no pensar en lo nervioso que estaba.

—Así que el gatito sabe hablar – dijo acariciando su barbilla — y el maullido es lindo – continuó sin perderle de vista, analizándolo de pies a cabeza, cosa que para nada agradó al ojiazul.

—¿Disculpe? – atinó a preguntar. Por muy cliente que fuera no le iba a permitir que le hablara como si estuviera en un bar cualquiera. — Mi nombre es Saijo y si lo que busca es un traje, camisas, zapatos, cinto, corbatas u otro accesorio con gusto le ayudaré a buscarlo – dijo con firmeza, pero sin perder la amabilidad, después de todo no podía darse el lujo de que le corrieran tras tres meses de trabajo; por lo que solo le dejaría en claro que no sería material para su entretenimiento.

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