Capítulo 7: Celer.

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Alexia.

-Este año las clases las tomarán todos juntos, no importa que sean más avanzados por su edad, yo daré el contenido correspondiente a cada alumno - estaba diciendo la profesora Sara Strangeforce, una mujer de unos veinticinco años, rubia, con ojos cafés y una tez muy pálida.

Hoy era lunes, primer día de clases. Thomas, Layneth, Erick, Lía, Axel y yo nos encontrábamos en un salón de clases en el instituto. La profesora Strangeforce había llegado ayer por la tarde y nos dio nuestros horarios para el resto del año.

-Saldrán en misiones de vez en cuando. Lo harán en grupos formados por mí y no podrán cambiarse. Una vez por semana saldrá un grupo de tres chicos y luego iré cambiándolos de grupo. Si hoy se presenta la oportunidad saldrán en una misión Axel Herondale, Lía Whiteberry y Alexia Silverhood - oculté mi desagrado por el grupo que me tocó y solo asentí con la cabeza -. Hoy quiero que repasemos todo lo que estuvieron viendo hasta ahora... - la señorita Strangeforce fue interrumpida por la alarma del centro de operaciones que indicaba actividad demoníaca. Todos nos paramos de nuestros asientos -. Señor Herondale y señoritas Whiteberry y Silverhood diríjanse al centro de operaciones donde el señor Silverhood les asignará una misión, el resto se queda sentado en su lugar - todos hicimos lo pedido y cuando mi grupo y yo llegamos al centro de operaciones mi padre ya estaba allí.

-¿La señorita Strangeforce los mandó a ustedes para la misión? - preguntó.

-Sí - asentimos.

-Bien, busquen sus armas y vayan al bosque en el que encontraron a los demonios raum cuando Thomas y tu se convirtieron en parabatai - me miró.

-Claro - contesté.

-Vayan, Kat los esperará afuera del instituto para hacer el portal - salimos del lugar y nos dirigimos a la sala de armas. Por suerte nos faltaba solo eso, ya que nuestra profesora nos dijo que íbamos a entrenar y nos pidió que nos pongamos el traje de combate.

Yo tomé un cinturón de armas en el que guardé mi estela que también era una varita, mi otra estela que usaba cuando estaba con personas que no conocían mi secreto, cuchillos serafines y también cuchillos arrojadizos. En mi espalda puse a Quiomara y guardé algunas dagas en mis botas.

Lía estaba tomando su querido puñal con mango de oro. Se lo había regalado su padre y siempre que salía en una misión lo llevaba con ella.

Axel tomaba unos cuantos shurikens con diferentes formas y los guardaba en su cinturón de armas junto a los cuchillos serafines, otros los guardaba en los bolsillos interiores de su chaqueta y un par lo guardó en sus botas.

-¿Listas? - preguntó cuando terminó. Lía y yo asentimos -. Vamos.

Salimos del instituto y llegamos con Kat.

-Hola - la saludé. Ella me devolvió el saludo.

-¿Están listos? - nos preguntó.

-Sí - contesté.

-Yo abriré el portal y ustedes tomarán a Lex que es la única que sabe a donde ir ¿bien? - todos asentimos y la gran bruja de Londres abrió el portal. Lía y Axel tomaron mis manos y al sentir la mano del chico una corriente eléctrica me recorrió pero no le presté atención, había cosas más importantes por hacer.

-¿Listos? - asentimos y cruzamos el portal. Pensé en un lugar más cercano al bosque para que no conocieran la pradera a la que siempre iba.

Apenas tocamos tierra otra vez saqué a Quiomara y mis compañeros sacaron sus armas favoritas.

Tomé mi sensor para ver de donde provenía la actividad demoníaca y lo seguimos hasta un claro en medio del bosque.

Cundo levanté la vista del sensor me encontré con un mundano completamente ensangrentado, sosteniendo un arma de fuego en su mano derecha.

Hermanas de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora