...
Hora: la más tormentosa, la indicada para morir.
Lugar: donde quería morir.
Clima: suficiente helado para que mi corazón pareciera que iba a congelarse, a marchitarse como una flor y a morir dando un último latido por ti.
...Yo también soy defensora de la frase: los aeropuertos han escuchado más te amo sinceros que las iglesias.
Y allí estábamos nosotros frente a frente, solo tenía que decir todo lo contrario a lo que sentía.
Pero no podía los labios me temblaban, recuerdo que te apretaba la mano fuertemente porque en el fondo, mi yo egoísta no quería dejarte ir.
Sabía que tenía que decir esas dos palabras para dejarte marchar y que solo te concentraras en tu proyecto, en tu carrera, porque aceptémoslo eras un genio, de esos que solo nacen cada mil años.
Recuerdo que reuní toda mi fuerza de voluntad y solté aquella frase —te odio.
Aquellas palabras simples salieron de mi boca en un débil quejido. Estaba mintiéndote, estaba mintiéndonos, porque yo te amaba con cada célula de mi cuerpo, y en ese momento, en el de la despedida supe que eras mi todo y una vez te marcharas mi mundo se iba a venir abajo por completo porque el planeta tierra no puede existir sin el sol, y tú eras el mío, te necesitaba para seguir orbitando en torno a ti, te necesitaba como no podías imaginar.
Recuerdo que sonreíste y me abrazaste, para luego decir en mi oído suavemente —te atrapé mentirosa.
—No estoy mintiendo— te dije en apenas un murmullo pero sin separarme de ti.
—No soy ingenuo, si me odias como dices porque sigues aquí conmigo...
—Yo...— traté de interrumpirlo pero rápidamente el me interrumpió a mi.
—Déjame terminar— agregó con voz pausada a la vez que aferraba más nuestro abrazo —porque sonríes con cada gesto mío, porque tu piel después de todos estos años sigue reaccionado con mi toque y tus pelos se siguen poniendo de puntas, porque tus labios siguen anhelando que te bese. Dime, responde ahora y di que me odias o mejor acepta la verdad y di que me sigues amando porque yo nunca voy a dejar de hacerlo.
Y así, en el momento en el que él descubrió mi ingenua mentira, la cruel despedida pasó de ser, un adiós, a un, hasta luego; y sí, así lo fue.
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Hora: la indicada para revivir.
Lugar: donde estaba reviviendo.
Clima: muy parecido al de la primavera, perfecto para que florezcan las flores otra vez, ideal para que volviera a latir mi corazón.
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Sentimientos en caos
De TodoMiles de historias existentes, repartidas alrededor del mundo y fuera de este, millones de finales y no siempre felices, porque aceptémoslo, hay ocasiones en donde la princesa se come la manzana envenenada y nunca llega el príncipe a darle el beso d...