I

391 40 25
                                    

Los pasos de los hombres resonaban fuertes y cercanos, mi respiración agitada me decía que no podría seguir corriendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Los pasos de los hombres resonaban fuertes y cercanos, mi respiración agitada me decía que no podría seguir corriendo. El corazón bombeaba sangre ardiente por mis venas que se acumulaba asustada sobre mi pecho; me estaba jugando la vida por una manzana.

Corría descalza por los puestos de vendedores que se desplegaban por el puerto, teniendo cuidado de que mi vestido no se enredara en la multitud de cachivaches que había en cada uno. Cuando los escuche lejos aproveché el momento para girar en unos de los callejones del sucio malecón; necesitaba prepararme para seguir corriendo. Con rapidez retiré la falda de mi ropaje sucio y me deshice del corset, prefería correr en camisón que ser atrapada. Me quedé unos segundos recuperando el aliento; el ruido del mar llegaba ensordecedor. En el callejón un bar despedía olor a ron y la música estridente propia de cuando un barco había arribado. Mi salvación estaba cerca.

Con miedo de ser descubierta y que me cortaran la mano decidí darle un mordisco a mi manzana; la primera comida que probaba en tres días se sentía como el manjar más caro del mundo. Mientras degustaba mi desayuno robado observé cómo varios hombres dejaban el local; con solo verlos se sabía que eran extranjeros, todos tenían ojos rasgados y hablaban inglés con dificultad.

ㅡ¡Eh preciosa! ㅡSilbó uno de ellos. ㅡTe doy cinco monedas de plata y vienes conmigo a mi camarote.

Tenía ojos pequeños, el cabello oscuro le caía sobre la frente y era notoriamente más alto que la mayoría de ellos. Se veía que su camisa en algún momento fue blanca y sus botas de cuero estaban manchadas por el agua salada.

ㅡLo siento, no me acuesto con piratas. ㅡRespondí de mala gana dándome la vuelta para salir del callejón.

Mientras giraba sentí como unas grandes manos apretaban mi muñeca envitándome seguir mi camino; con fuerza fui estampada contra la pared del sucio callejón. Quedé atrapada entre aquel hombre y la piedra fría permitiéndome notar dos cosas: iba extraordinariamente limpio para ser un pirata, pero tampoco era el marinero de un barco perteneciente a la corona.

ㅡPero yo no soy un pirata, preciosa. ㅡPronunció con picardía acercándose imponente a mi rostro. ㅡSoy marino en un barco mercante ¡Eso es mucho mejor! ... ¿Qué dices? En vez de cinco de plata te doy una de oro y me dejas terminar de quitarte la ropa.

ㅡ¡No me acuesto con piratas! ㅡGrité con fuerza antes de escupirle directo en la cara, buscando la forma de soltarme.

Confundido soltó mi muñeca para limpiarse el rostro, yo aproveché el momento para escapar y seguir corriendo directo al puerto. Me sentí algo tonta por no aceptar la moneda de oro sin embargo sabía que si lo hacía una vez no habría forma de parar. Era ladrona, no prostituta; aceptar ese dinero me hubiera hundido en una vida que no quería tomar.

Los pies me dolían de tanto correr, las llagas en mis talones seguro se infectarían por culpa de la mugre mezclada con pescado que cubría el suelo del puerto. La brisa salada golpeó mi rostro con fuerza cuando dejé atrás los puestos de vendedores y llegué al muelle. Varios barcos de desplegaban en fila sobre el agua azul; todos los había visto al menos una vez a excepción de uno. Aquella cosa imponente se mecía sobre las olas sin bandera ni insignia; Definitivamente eran piratas.

Our Desired Reliquiarium:Trust ; [ys]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora