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Desde la partida de Taehyung, el sentimiento más común de Jeongguk es la impotencia. El dolor de no poder hacer nada.

Esa tarde, recordó más de una vez que Taehyung le había dado un fuerte abrazo el día que se fue. Jeongguk siempre imaginó que, si no se hubiera ido, definitivamente hubiese cuidado a Taehyung con firmeza después, sin perderlo nunca de vista. ¿Por qué no puede regresar el tiempo?

Si alguien le preguntara a su yo de hace catorce años: ¿Vas a llevarte a Taehyung para darle felicidad? Hubiera respondido que sí sin la necesidad de pensarlo ni un minuto. Si le hubieran preguntado al Jeongguk de hace cuatro años: ¿Eres digno del amor y del alma de Taehyung? Se hubiera quedado en blanco. No sabía si su corazón estaba hecho de carne o de piedra. ¿Cómo pudo ser tan cruel con la persona más importante? Llegado a este punto, Jeongguk ahora va a ser asesinado por su propia vergüenza y sus propios errores. Él no sabe lo que va a pasar a continuación y tampoco entiende que puede hacer para aminorar el golpe.

Durante el día, el asistente Song y él fueron a buscar casas cercanas para preguntar sobre las personas que vivían en la plantación. Por la noche, Jeongguk durmió en el auto y vigiló el jardín de té donde había estado antes su pequeño Taehyung. En el cuarto día, hubo un cambio, y cuando Jeongguk estaba a punto de darse por vencido, vio llegar a una persona.

Es Namjoon, y está solo.

Llevaba un rompevientos largo y negro y arrastraba una pequeña maleta que tenía en la mano. No lo había visto durante medio mes, pero estaba seguro de que no lucía de esa manera antes. Su rostro estaba más delgado, tenía unas ojeras infinitas y los ojos rojos. Jeongguk no lo reconoció de inmediato, pero no pensó mucho en nada, y rápidamente abrió la puerta del automóvil y se apresuró a ir a su encuentro.

—¡Kim Namjoon! Namjoon. ¿Dónde esta Taehyung? ¿A dónde fue Taehyung? ¿En qué hospital está? ¿Ah? ¡Habla! ¿Quién lo está cuidando si estás aquí? ¡Habla te digo!

El estado de Jeongguk no es mejor que el de Namjoon. Lanzó todas las preguntas sin un orden coherente y con la mirada llena de furia. Namjoon tiene las pupilas fijas en Jeongguk, pero no parece que lo esté viendo realmente. Posee una expresión apagada, no refleja odio, sino un estancamiento emocional gigante.

La mano de Namjoon se extendió en el aire, miró su palma vacía y repitió sus palabras para sí mismo:

—¿Dónde está Taehyung...? ¿Dónde está Tae?

La voz de Namjoon es muy ligera e increíblemente rasposa. Es como si le hubieran arrancado las cuerdas vocales de la carne.

—Se ha ido... En... En mis brazos. Yo lo tenía... Pero, poco a poco... Él estaba frío y yo...

Todo se quedó en silencio.

Jeongguk tuvo un momento en el que pensó que no escuchaba bien y otro dónde fingió no haber oído nada. Abrió la boca, pero no pudo salir palabra alguna de allí. En ese momento, el mundo estaba en silencio. Solo el silbido del viento barría su cara mientras se llevaba todos los colores que tenía delante. Entonces, sin aviso, Jeongguk de repente corrió y agarró el cuello de Namjoon con ambas manos. Sus ojos estaban húmedos y parecía una bestia irracional. La voz de Jeongguk ya ni siquiera parecía humana. Se mordió la lengua porque no podía controlar los espasmos de su boca, y cada palabra salió con sangre y dolor.

—¡Mientes! ¡Mientes! ¡Imposible! ¿No dijiste que podías cuidarlo? ¡Eres un doctor! Así... Así que me estás mintiendo. ¿Verdad? Lo escondiste, ¿cierto? Te lo ruego... No me asustes así... Te lo ruego. — Jeongguk dejó de sentir las piernas y se dejó caer a los pies de Namjoon —. ¡¡Dime que me estás mintiendo, ya no apareceré frente a ti, puedes quedarte con Taehyung, me iré, pero dímelo!!

Los 10 años en que más te amé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora