• CAPÍTULO 11

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~ No todo lo que es de oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida. ~
- J.R.R. Tolkien
El Señor de los Anillos.

 TolkienEl Señor de los Anillos

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Sailor Nakamura
(Jefa de la Yakuza)
Alemania — Horas Antes

No debería estar escondiéndome como una rata de país en país, no debería estar temiéndole a una niñata estúpida con ínfulas de grandeza, puede ser Presidenta del mundo entero si se le da la puta gana y la hace ver grande y poderosa, pero por dentro nunca dejara de ser la niña con cara llena de terror que lloraba y pedía que mis sicarios no mataran a sus padres aquella noche que empezaba la ejecución.

Triste por ella que nunca se rindió, ya que cazándome de igual manera nunca tendrá a sus padres, se veían bien interesantes a tres metros bajo tierra y puedo apostar que los gusanos estarán satisfechos con el banquete de hace años, gran favor les hice al entregarlos cuando cumplió los cinco años y no cuando tenía meses de nacida. Oh si, fuí malditamente benevolente.

Debo confesar que al principio fue un plan bastante difícil y hasta llegué a pensar que jamás se ejecutaría, en el camino se presentaron varios altercados y además no podía hacerlo sola, entonces una manera bastante fácil fue recurrir a la mafia siciliana, específicamente a un pez gordo, que en aquel entonces fue el antiguo Don, Gennaro Barone, un hombre que odiaba las traiciones, cuando le comente de mi plan, casi me mata, pensó que era un señuelo para que el General Káiser lo atrapara pero después se dio cuenta que todo era verdad y que mi anhelo era trabajar para ellos.

Amaba a Káiser Daga, pero sí él no estaba conmigo, debía deshacerme de su familia, primeramente de Caroline Coppola, la muy perra con solo sonreír tenía a todos los hombres a sus pies.

No podía creer como una perra como ella podía tener todo en la vida, si su padre y su suegro fueron antiguos jefes de Sicilia, pudieron salirse a tiempo ya que eran bastantes respetados, pero habían asesinado a gente y ella se la daba de muy santa. En verdad que no soportaba ver a esa perra.

La puerta del Despacho es abierta y me brinda la cara del jefe de la Camorra, Giuseppe Barbieri, quienes lo acompañan no son nada menos que su hermano, Giovanni, jefe de la Ndrangheta, su primo, Enzo Campana, jefe de la Sacra Corona Unita y Nikolay Ivanov, jefe de la Bratva.

Todos ellos en conjunto son los perros y sirvientes de la Cosa Nostra, viven para servir y alabar al Don de la mafia siciliana, a él y a todas las generaciones que vengan de su misma "famiglia". Sin reproches y sin lamentos.

Me levanto de mi sitio y emprendo la corta caminata hasta donde se encuentra Giuseppe, al llegar al pequeño espacio lo agarro del mentón y antes de besarlo, lo miro a los ojos. Siempre me han gustado los jóvenes, no es que sea una vieja horrible y llena de arrugas, los años pasaran y siempre voy a estar muy conservada. Tal vez aquel acto lo haya tomado por sorpresa pero al fin y al cabo eso me vale mierda.

LA REINA DE NEGRO © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora