¿Qué pasaría sí el verdadero enemigo está más cerca de lo que crees?
¿Qué harías con tal de proteger a las personas que amas?
¿Cuántos secretos eres capaz de guardar y cuánto tiempo crees que duren en salir a la luz?
¿Habrá alguien que pueda desafia...
~ Mírala, no olvides que las reinas caen, y las diosas no admiten estupideces. ~ – David Sant.
Extra cerca del verdadero caos.
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≠
8 hrs después del secuestro de Elettra.
Maze
Nacer en el Medio Oriente tiene sus ventajas y desventajas, pero como soy mujer siempre vi desventajas.
Sufrí maltratos desde pequeña al no ser quien mis padres querían que fuese, mi padre quería un varón y mi madre no quería que mi padre la dejara ya que eso era una humillación para ella y su familia, así se maneja la religión en estos países.
Ya sé que no todos son iguales, pero, a mi me toco vivir lo peor.
Se preguntaran como es que no estoy casada y siendo solamente ama de casa.
Pues.
Aquí voy.
FLASHBACK
En 1993, cuando tenía 4 años recién, acompañaba a mi madre al mercado, como era muy curiosa me gustaba caminar y mirar cada mínimo detalle de cualquier cosa, fuese interesante o no, en una de esas caminatas unos señores vestidos de negro con unos accesorios llamaron mi atención, no los señores, sus accesorios.
Me acerque para detallar de cerca los llamativos accesorios que curiosamente iban de acuerdo con su vestimenta, ellos se percataron de eso y se agacharon y me explicaron cómo funcionaba sus accesorios.
«Eran armas de alto calibre camufladas entre su vestimenta»
Quede extasiada porque quería que mi padre me comprase una pero como éramos pobres y era mujer siempre me decían que no merecía nada, solo servir a mi marido y en la casa, eso hacia mi madre y eso hacían muchas mujeres de mi familia y por ley debía seguir la tradición.
— Niña, estos juguetes son peligrosos —dijo uno de los señores
— Pero, no parecen juguetes como ositos de peluche —respondí triste.
— No te preocupes pequeñuela, estos juguetes son para vencer a los malos —dijo su acompañante—. Si quieres un día te podríamos enseñar pero debes cooperar con nosotros acerca de un secreto.
— ¡Max, es una simple niña! —refuto el primer señor.
— Santino, la niña puede ser un rehén, mira sus brazos, son signos de que es maltratada —dijo el señor que creo que se llamaba Max.
— Si muere o le pasa algo quedara en tu puta conciencia, estas advertido —dijo el señor Santino.
— Bueno pequeñuela, ¿quieres cooperar con nosotros? —habló el señor Max mientras que el señor Santino rodó los ojos con disgusto.
