DOS

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Park Jimin.

La estancia era hermosa, realmente maravillosa, con espacio de sobra y unas decoraciones esplendidas, una enorme cama, una alfombra más cara que el sueldo de un normal trabajador y el parqué beige muy bien cuidado. Las luces de la lámpara a araña en el centro del cuarto estaban prendidas sustituyendo la luz de la luna y de la ciudad, unos famosos cuadros decoraban las paredes blancas como el algodón y el escritorio a un extremo se llenaba de números libros de lectura y escolásticos.

Sin duda alguna no podía ser la habitación de un niño de siete años, sin embargo, lo era.

A las afuera se escuchaban los animales callejeros, eran pocos, pero se podían oír a causa de la ausencia de transeúntes a las casi tres de la mañana. El invierno tampoco ayudaba, eso también provocaba que las calles parecieran fantasmales, tan vacías y solitarias con el frío doloroso y el silencio ensordecedor. Irónico.

Un niño, tan bello como la madre luna, yacía sentado en el centro de su propia cama, su cabello rubio desordenado sobre su frente, sus labios carnosos fruncidos y sus ojos oscuros y curiosos mirando expresivamente la televisión que tenía delante, prendida y reproduciendo lo que parecía ser una película. Sus cortas piernas cruzadas y su mentón apoyado sobre las palmas de las pequeñas manos, su mirada satisfecha y sus comisuras que de vez en cuando sonreían ilusionadas al ver las escenas en el televisor, esas mejillas infantiles y esa piel de porcelana, hacían que la inocencia del niño resaltara en todo su esplendor.

El volumen del televisor estaba bajo pero entendible, las sombras que producía la televisión se reflejaban por debajo de la puerta del niño, la cual, para que sus padres no lo encontraran en su travesura, la había cerrado por completo, no con seguro sin embargo, de igual manera era algo inusual ya que el pelinegro solía dormir con la puerta del dormitorio abierta. Hoy era una excepción.

La película, no apta para menores de edad, era de esas que te encuentras en internet por la baja calidad que tienen, los actores poco profesionales y una trama controvertida. Era de terror psicológico, donde el psicópata perseguía y mataba a sangre fría a la víctima, con escenas de sangre excesiva y gritos sobreactuados en las escenas más fuertes; pero no por ello era menos impactante y poco extraño que un niño tan pequeño sintiera diversión y un sentimiento de satisfacción cuando veía a la víctima siendo golpeada y torturada a muerte.

Explicar con tantas palabras lo que sentía el chiquillo sería divagar en lo insulso, pero para dar una leve descripción, para Park Jimin era como tocar el cielo con los dedos. Así de simple y grotesco, tan perverso en una mente tan chiquilla que aunque fuese inocente ya habían rastros de lo que sería su mayor pecado.

¿Pero como nacen los pecadores?

Sería correcto decir que se crean, y una creación es también el nacimiento, talvez simplemente un pecador siente esa necesidad de repetir una, dos, tres e infinitas de veces más el mismo acto pecaminoso, lo cierto es que en un principio se arrepienten, quizá lloran, piden perdón, rezan unos Avemarías y todo queda arreglado. Pero el acto vuelve a ser cometido, sin poder ser controlado, porque la primera vez fue satisfactoria, fue tanta la emoción que la necesidad de repetirlo fue insaciables; entonces ahí nace un pecador. Es uno que no resiste a las tentaciones.

Pero los pecados no son solo los que dicta la biblia, existen muchas reglas por infringir e infringidas fuera de los diez mandamientos. ¿Por qué Dios no los escribió también? ¿Por qué, si es tan misericordioso, no hace que mentes inocentes no crezcan contaminadas por los que más aman?

En Park Jimin era exactamente lo que había sucedido, porque cuando eres tan pequeño solo te dejarás llevar por los impulsos, y sí, siempre habrá ese dicho que dice: "nadie se daña por nadie", pero en lo personal creo que tiene sentido y certeza hasta cierto punto. Además, siempre quedará la duda de si podíamos o no cambiar algo, ¿no?

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