Su cuerpo se encontraba rígido y tenso bajo los besos sonoros de él, sus pupilas estaban dilatadas y su corazón palpitaba rápido. Estaba desnudo con su torso fuerte frente a los ojos de su amante, de su único amor; tenía los brazos inflexibles a sus costados y las musculosas piernas abiertas para que su pareja se escabulliera entre ellas.
—¿Estás bien?—él habló, Jeon Jungkook, su pareja que reflejaba en el rostro una radiante sonrisa. Sonreía porque recordaba que lo amaba como nunca había hecho con nadie.
Jimin, el varón desnudo, observó a su pareja con amor, su melena azabache cubriéndole la amplia frente y parte de la mirada, sus labios entreabiertos que se enalzaban en las comisuras para darle más seguridad, y la arrolladora mirada hacían temblar cada extremidad de su cuerpo, todo era como un remolino de emociones similares a la droga en un drogadicto. Jimin podía sentir su piel ardiente sobre la suya, la excitación y el amorío recorriéndolos a ambos.
—Estoy más que bien—Jimin sonrió sincero, sin miedo ni arrepentimiento—Me siento genial, mi amor.
Y Jimin notó el destello de euforia en los orbes contrarios, el reflejo del fuego de las velas sobre ellos y el olor a rosas escabulléndose por sus fosas nasales.
—Te amo, Park Jimin—Jungkook besó su frente con un toque cálido e inocente, luego bajó para dejar uno en la mejilla izquierda, para finalmente adentrarse en su delirio y afición: los carnosos belfos de su chico que ya lo esperaban hambrientos.
Jimin llevaba consigo una sensación de alivio que lo recorría por las venas hasta postrarse en su corazón. En su lecho sabía que su muerte sería tan especial que incluso entre las llamas del infierno la recordaría como la perfecta muerte que causó envidia en los demonios del más allá. Los pétalos rojos que Jungkook había puesto sobre el colchón, y las veinte velas aromáticas encendidas hacían de la habitación un espectáculo; la lluvia golpeando fuerte en los cristales de la cabaña tensarían el cuerpo de cualquiera, pero a este par de amantes no, en ellos únicamente la lluvia hacía de la noche una inolvidable.
Porque aquella mágica noche era para ellos una de amor, una donde sus demonios caerían con un último suspiro, una donde dejaban la vida creyendo que el verdadero amor florecía y los dominios se marchitaban. Porque Park Jimin amaba a Jeon Jungkook, él quería liberarlo y darle el regalo más preciado; se lo estaba dando. Jeon Jungkook también lo amaba, en serio lo hacía, y era por eso que estaba tomando con gratitud el obsequio de su único amor.
—También te amo—susurró Jimin entre los chasquidos de un beso.
El cuerpo de Jimin se aferró al de Jungkook, sus brazos y piernas sosteniéndose fuerte para no caer en el abismo mental, y Jimin cortó el beso antes de llevar su rostro al hueco entre la nuca de Jeon y respirar sumergido en la fragancia de su felicidad. Respiró el sudor en el chico y se sintió desfallecer pues su fragancia después del sexo era siempre la misma fragancia enloquecedora, un perfume embriagante sinónimo para él de perfección. Se aferró más fuerte cuando sintió a Jungkook mover su mano en la mesita de noche, unos metales chocaron y unos frascos sonaron; tragó duro con un dolor asfixiante.
—Te amo mucho—Jungkook habló sobre su oído, él en silencio acarició el brazo de Jimin con un frío metal.
Jimin se perdió en la mirada erótica de Jungkook, y viceversa. Los ojos de Jeon contaban una larga historia incomprendida al igual que los de Jimin, no obstante todo, ellos habían encontrado comprensión en el otro, de forma errónea, de manera enferma, pero lo hacían.
—¿El único?—preguntó el pelinegro, quería llevarse consigo la declaración de su pareja, quería volver a escuchar que fue y sería el único amor en su vida.
—El único—y no mentía, Jimin siempre sería tal.
Entonces Jimin se perdió en su novio cuando el metal se hundió en las palpitantes venas de su muñeca sostenida por las grandes manos de Jungkook, la carne se abrió, y Jungkook repitió la acción hundiendo más la navaja. Jimin soltó gemidos ahogados, su sangre brotaba y escurría como finos hilos rojizos, luego más y otro poco más hasta que las blancas sábanas se mancharon de inocente sangre.
Jimin, dejando su vida correr entre sus dedos, recordó su vida, leves fragmentos de su niñez, de su adolescencia y como conoció aquél que ahora le arrebataba la vida. Sonriendo con ternura llevó su mano contigua y acarició la mejilla sonrojada y húmeda de su amado, con el aliento aún en su boca, formuló: —No llores, yo también quise esto.
Para entonces Jungkook también recordó como es que había terminado siendo tal aberración, tal monstruo con cara de ángel. Y es que Jungkook también estaba muriendo, su vida se estaba yendo; porque su vida era Park Jimin.
Se dice que cuando estás acercándote a la muerte toda tu vida pasa delante de tus narices, y ahí estás tú recordando fragmentos y momentos importantes de ella...
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.Este fanfic contiene trastornos mentales, problemas psicológicos, temas como canibalismo, autocanibalismo, necrofilia, problemas familiares, y más contenido +21
✞︎ AfflictionLustLove ✞︎
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Nosotros | Kookmin
FanfictionLa historia gira entorno a Park Jimin y Jeon Jungkook, dos varones que desde siempre han tenido desvíos psicológicos y extraños fetiches mal vistos por la sociedad. Jimin anhela ser víctima del dolor, Jungkook quien infringe aquél dolor, y si dos en...