¿Fin?

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Esa noche estuve frente a frente con Daniela Calle, intentó besarme pero me aparté entendiendo que yo estaba enamorada de mi profesora de literatura y no de la drogadicta que tenía frente a mí

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Esa noche estuve frente a frente con Daniela Calle, intentó besarme pero me aparté entendiendo que yo estaba enamorada de mi profesora de literatura y no de la drogadicta que tenía frente a mí.

Hay un tipo de sufrimiento que te hace querer llorar, un tipo de sufrimiento que te hace odiar al mundo y te provoca romper cosas, y un tipo de sufrimiento que te destroza a ti.

Yo experimenté los tres en una sola noche.

Una escucha muchas veces la expresión “corazón roto”, en ese momento yo pude entenderla, pude definirla como el dolor que provoca una perdida a partir de la cual siempre te sentirás incompleto.

Durante varias semanas viví sin un reloj ni un calendario para medir el tiempo.

Dormía cuando ya no podía soportar más el seguir consiente y despertaba justo al momento en el que mis sueños me hacían regresar a esa noche, cuando Calle intentó besarme. Me perdí, huí de mi, aún ante los esfuerzos de mis padres, y aún ingeriendo antidepresivos. Yo sabía perfectamente que estaba cayendo de una nube y que al final del camino o me encontraba con un milagro que amortiguara el golpe o moría.

¿Qué tanto más que yo podía valer Daniela Calle?

—He pensando que hay que hacer cosas nuevas-murmuró Lucía entrando a mi recamara.

Yo estaba sentada en mi sofá junto a la ventana sosteniendo con fuerzas el libro de Bécquer. Como un náufrago aferrándose a la última tabla de su bote salvavidas.

Me quedé mirando de reojo como encendía su laptop e insertaba en ella un disco.

Todos los días venía a verme después del colegio, ella hablaba de cómo iba todo, de los profesores, de las tareas, del nuevo corte de Marta, de los esteroides que consumía Eduardo, de los pleitos en las horas libres, del horroroso álbum que había lanzado su banda favorita y más bla, bla, bla. Unas veces la escuchaba, otras sólo leía mis poemas ignorándola. Jamás le decía más que dos palabras juntas y a todo lo que preguntaba le respondía con monosílabos.

—Veremos una película-lo dijo emocionada acercándose y arrebatándome el libro de las manos.

—Hey...

—Lo siento amiga, pero ya he tenido que pagar este libro mínimo 10 veces su valor. La biblioteca también cobra multas.

𝑺𝒊 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒂𝒔 𝒎𝒊́𝒂. [𝑪𝒂𝒍𝒍𝒆 𝒚 𝑷𝒐𝒄𝒉𝒆́]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora