•❅──────✧✦✧──────❅•
La feroz carrera se extendió el resto de la noche, mientras dejaban atrás las tierras a toda velocidad. Tenían que poner la mayor distancia posible con sus enemigos. Seokjin sabía a donde debían dirigirse. Llevaba el mapa apretado a su pecho. El mar era su única salvación y el puente que les llevaría a encontrar la familia que Jungkook aun podía tener.
Cuando llegó la media tarde habían logrado por fin dejar el valle atrás. Avanzaron por el camino a paso más tranquilo, buscando un sitio para descansar. Llevaban corriendo desde el anochecer sin parar. Se detuvieron en un claro por donde corría un arroyuelo. Seokjin desmontó y alivió al caballo de su montura y alforjas, limpiándole el sudor mientras le dejaba de beber. El lobo también se inclinó sobre las cristalinas aguas, saciando su sed. Seokjin le observó, viéndole romper la delgada capa con su lengua rosada. Jungkook alzó las orejas y le miró, relamiéndose aun. El chico no pudo evitar una sonrisa.
-Eres aun más bello a la luz del día- le dijo suavemente. La ternura en su voz hizo al lobo aproximarse, agachando las orejas y frotando su hocico contra las manos que aun sujetaban las bridas, lanzando un suave gemido de felicidad. Seokjin acarició las suaves orejas con gusto, sintiendo como el lobo le empujaba, pidiendo más caricias. Dejó al caballo pastar atado a un árbol no lejano, sentándose a la orilla del lago, el lobo echado en su regazo, los acerados ojos entrecerrados mientras disfrutaba de las caricias en su pelaje. Ante la luz del sol, Seokjin notó que su pelo antes gris brillaba con reflejos negros, muy parecidos a los de su cabello humano. Se inclinó sobre él y besó la punta de su negra nariz- Te amo- susurró en la peluda oreja. En respuesta, el lobo agitó una vez la cola, restregando su cabeza contra él, pero no se separó de su tibia cercanía. Con las alforjas cerca, Seokjin pudo beber de su bota de agua, rellenándola al tiempo que se humedecía las manos. Se las había vendado en un momento del camino, pues aun estaba herido, aplicándose un ungüento que Otto había envuelto para el viaje. Comió también algo de pan y carne seca, ofreciéndole un trozo al lobo, quien la olisqueó antes de tragársela con pocas ganas, volviendo a echar la cabeza en su regazo mientras le miraba. Parecía como si no quisiera apartar la vista de él ni por un segundo, temiendo que se le escapara. El caballo estaba acostumbrado a la presencia de Seokjin y no hizo intentos por regresar a la mansión o huir del lobo; era como si su instinto le dijera que permaneciese junto al humano, pero a distancia prudente del animal.
Jungkook se sentó cuando Seokjin se echó sobre la hierba agotado, pasando el hocico suavemente sobre su rostro una vez, y enroscándose a su lado para mantenerse en vigilia mientras el chico dormitaba.
Así pasó la mayoría de la tarde, hasta que la luz descendió, cubriendo de sombras el bosque.
La luna navegaba por un cielo lleno de nubes, las que le ocultaban de vez en cuando. Un viento frío comenzó a soplar, despertando al chico. Confirmó que el caballo seguía en su sitio, poniéndose de pie para buscar madera para hacer un fuego. El lobo le siguió un momento con la mirada, alzando las orejas de pronto y poniéndose en pie, para echar a correr de pronto en la dirección contraria.
-¿Jungkook?... Jungkook, ¿dónde estás?- le llamó cuando regresó cargado de ramas. Miró a todos lados con el corazón de pronto angustiado, pero solo pudo oír el ruido de las ramas agitadas por el aire frío. Se estremeció sin querer. En su forma animal, Jungkook era mucho más capaz de protegerse solo que como humano, pero las cosas que habían pasado la noche anterior aun estaban frescas en su memoria. Estaban lejos de la gente, por lo que no había riesgo de que quisieran cazarle, pero la inquietud de perderle seguía latiendo en su interior. Había estado tan cerca… tan cerca…
Encendió el fuego, decidido a ir a buscarle en cuanto tuviese una brasa que pudiera usar como antorcha, ya que su ojo único apenas veía en la creciente oscuridad, pero cuando las llamas se alzaron bailando sobre las ramas, unos pasos entre la hierba le hicieron volver la vista con alivio. Allí estaba Jungkook, su cuerpo grandioso a la semi claridad de la luna, su pelo resplandeciendo con las rojizas llamas.
-¿Dónde estabas? Pensé que te había perdido de nuevo- le regañó, alzando una mano mientras se aproximaba a él. El lobo lanzó un suave gimoteo, amortiguado por algo que llevaba en el hocico. Seokjin le vio dejarlo caer a sus pies. Era un conejo muerto. Lo tomó mirando al lobo- ¿Nuestra cena?
Por respuesta el lobo le dio un gruñido afectuoso.
Tras cocinar el conejo y comerlo se echaron a dormir. La mañana les esperaba con una nueva cabalgata sin tregua, esta vez camino al puerto. Seokjin acomodó la cabeza sobre el tibio lomo, y rió al sentir el suave resoplido entre su cabello y la tibia lengua que lamió su rostro. -Buenas noches, mi amor- se despidió, besando la negra nariz, antes de hundir la cara con gusto entre su pelaje, y enredar sus dedos allí. El lobo lanzó un suspiro y miró las llamas que crepitaban aun apretadamente frente a ellos, para volver la vista al bosque y olfatear el aire. La noche era fría pero tranquila, sin aromas de amenaza. Echó la cabeza en la hierba y acomodó su cuerpo, enroscándose más apretado al chico, procurándole calor. En cuanto le oyó respirar profunda y rápidamente cerró los ojos, hundiéndose en sus sueños sin tonos, abrazado a la piel que tanto amaba.
El par de días que siguieron fueron similares, galopando juntos en los caminos mientras dejaban los poblados atrás, huyendo de la compañía de las gentes, buscando siempre la línea azul de la costa. Seokjin nunca había visto el mar aunque había leído sobre él y ansiaba conocerlo. Por las noches se apartaban de las sendas más transitadas y se dormían al abrigo de los bosques que los protegían de miradas ajenas. El lobo nunca se apartaba mucho de él, solo yendo a cazar para ambos y quedándose el resto del tiempo a su lado, la mirada prendida en Seokjin, pidiendo mimos de cuando en cuando. Las noches de luna llena llegaban poco a poco a su fin. Seokjin espiaba el cielo nocturno en su compañía, viendo como la luna comenzaba a menguar lentamente. Solo ocho días al mes, ocho días en los que Jungkook se vestía con su traje lobuno. Pronto podría volver a abrasarse en el fuego de su piel. Aun así, amaba también su forma de lobo. Ahora comprendía que el destino les había unido para siempre en aquel claro bañado por la luna, la luz del plateado astro enlazándoles en su primer encuentro como un anillo nupcial, haciendo sus almas resonar como una sola.
ESTÁS LEYENDO
-Kookjin-
FanfictionResumen adentro de la historia :D. Pareja principal: Jungkook x Seokjin.