ABANDONO

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Dazai estaba desconcertado. Se sujetaba la cabeza con dolor por tanto pensar, y no podía dejar de imaginar que Chuuya fuera igual que su padre.
El pelirrojo sólo intentaba tranquilizar las cosas, pero era bastante difícil tranquilizar a una persona a la que le han hecho mucho daño.

Dazai... Lo lamento mucho, de verdad—. Hacía algunas reverencias de perdón, aunque no le correspondían.

— ¿Dónde está ese maldito, Nakahara?—. Preguntó furioso. Natsu se le acercó y quería abrazarlo pero lo rechazó, y empujó al suelo.
— ¡Déjame, Natsu! ¡No estoy de humor para atenderte!

— Él murió. Y ¡No lastimes al niño!—. Regañó Chuuya.

— ¡No eres nadie para prohibirme qué hacer con mi hijo!—. Contestó molesto. Miraba a Natsu y a Chuuya con odio, eran hijos de ese maldito ser que destruyó su inocencia.

— ¡Soy su hermano mayor!—. Gritó el de baja estatura. Tomó al niño en brazos, quien estaba llorando, para consolarlo.

— ¡¡Todavía tienes el descaro de admitir lo que tu padre hizo!! ¡Dime, Nakahara Chuuya...! ¡¿Por qué tu padre me hizo eso tan horrible, cuando tenía un hijo de mi misma edad esperando en casa?!—. Lloraba, con el corazón destrozado.
— ¡¡¿POR QUÉ APROVECHARSE DE UN CHICO HUÉRFANO Y SOLITARIO COMO YO?!! ¡¡Si no quieres que Natsu sufra más por pobreza, lo dejaré contigo, con su hermano, con quién debe estar!!

Se dirigía a la puerta de salida, con deseos de morir.
Natsu estiraba su brazo hacia él, queriendo alcanzarlo desde los brazos de Chuuya.

— ¡Papá!—. Gritaba en su llanto.

— ¡Oye, Dazai! ¡No puedes dejarme a tu hijo! ¡Yo no puedo hacerme cargo de él!—. Se defendía. Caminó hacia Dazai con intenciones de entregarle a Natsu, pero el de vendas se adentró corriendo debajo de la tormenta eléctrica.

Corría a propósito debajo de los árboles, procurando que le cayeran rayos y lo mataran de una vez. No resultaba. Corría sobre los charcos de agua de la lluvia para resbalarse y caer, pero tampoco lo había conseguido.

— ¡¡¡MALDICIÓN!!! ¡¡¡SÓLO QUIERO MORIRME!!!—. Se puso de rodillas, debajo de la lluvia, sin ser visto por Chuuya.

El pelirrojo se vió obligado a entrar a la mansión, dejando en el suelo, de pie, a su pequeño hermano de tres años, quien lloraba mencionando al joven de vendas.

— ¡Papá!~

Decía entre llantos, mirando hacia Chuuya y hacia la puerta. Pedía ser levantado en brazos.

El joven lo tomó en brazos y lo llevó a su habitación en la planta de arriba. Encendió el televisor y buscó caricaturas para el niño. Pronto, Natsu se tranquilizaba y se recargaba en las almohadas de la cama de su hermano, donde el mismo Chuuya lo arropaba con sus cobertores del clima frío que hacía tanto afuera como dentro de la casa.

— Natsu-kun. No sé si podré encontrar a tu papá mañana pero, tienes que conocerme mejor.

Dijo, intentando que el niño le prestara atención. Era importante que también se acostumbrara a Chuuya, pues no se sabía si Dazai había muerto en su huida en la tormenta, o si vaya a regresar por su hijo. El pequeño pelirrojo volteó a ver a su hermano mientras abrazaba un peluche del mismo, una oveja suave y de color blanco.

— Yo soy tu hermano mayor. Llámame Chuuya-niisan. ¿Está bien?  Ahora dilo. Chuuya-niisan.

Se sentó a la orilla de su cama, al lado del niño.

Nii-san—. Repitió Natsu entre risas, agitando el peluche alegremente.

— Eres un bebé adorable, Natsu. Sabes... Papá no fue muy bueno con Dazai-kun... Papá fue un hombre terrible. Tú no tienes la culpa de nada, y no es por estar de lado de mi padre pero, en momentos como este, me alegra mucho tener un hermanito como tú... Aunque es una pena por ese pobre chico que te dió la vida...

Decía pensativo, acariciaba la cabellera de su hermanito con ternura. Natsu le entregaba la oveja de peluche, quería jugar con él, así que no tuvo otra opción mas que tomarlo.

Nii-san, ju-gad.

Aplaudía emocionado, y agitaba sus brazos para animar a Chuuya a jugar.

— Bien, bien, juguemos entonces.

Todo parecía estar bien, hasta que llegó la hora de dormir.
Después de duchar y vestir a Natsu con ropa que él mismo le había regalado, Chuuya preparaba la cama para dormir. Al ser un niño pequeño y estar acostumbrado a su padre, dormiría a su lado, para darle esa calidez de sentirse acompañado por un mayor, un mayor que para él era sólo un adolescente de 18 años.

El pelirrojo había recostado a su hermano en medio de la cama, sobre una manta limpia y adecuada para un niño pequeño. Jamás había cuidado a un niño de tres años, pero al considerarlo bebé, le dió un biberón con leche tibia para dormirlo más rápido.
Natsu sujetaba con ambas manos el biberón, y bebía su leche. Poco a poco, cerraba sus ojos hasta quedarse dormido.

— Esto no debe ser tan difícil—. Dijo a sí mismo.

Al acomodarse en la cama junto al niño, y al apartar el biberón de él, lo despertó. Error.

Natsu comenzaba a quejarse y pronto a llorar. Sólo quería a su padre y Chuuya no podía sacarlo de ningún lado en ese momento.

— Duerme ya, Natsu. Mañana buscaremos a tu papá.

Intentaba tranquilizarlo, pero el mini pelirrojo no aceptaba explicaciones, además de que era muy pequeño para comprender su abandono.

La noche para Chuuya fue terriblemente desvelada. Se durmió tarde, era despertado cada dos o tres horas, y olvidaba que había un niño pequeño a su lado, estando a escasos centímetros por aplastarlo en su dormir. Estaba dispuesto a comprar una cuna o cama especial a Natsu al amanecer, si es que no encontraba a Dazai en su búsqueda.

Nii-san...—. Lo llamaba, moviéndolo para despertarlo.

Chuuya gruñó un poco, haciéndole saber que estaba despierto.

— Duele aquí...

Señalaba su estómago. Tenía hambre, y lágrimas en sus ojos. Chuuya se vió obligado a levantarse a pesar de ser las 06:30AM.

— Sí que eres latoso, Natsu. ¿Cómo es que te soporta Dazai?

— ¿Papá?

Sus ojos se llenaron más de lágrimas, y repentinamente abrazó al mayor, recargándose en él.

— Quero a papá, Nii-san...

Sollozaba.

— Encontraré a Dazai definitivamente. No pienso responsabilizarme yo solo de lo que papá provocó.

DAZAI [SOUKOKU] [MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora